Noche de pasión en Lisboa (I)
Fecha: 01/10/2017,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos
... dado hace un momento, ella volvió a poner su mano en mi nuca, y volví a sentir algo sumamente erótico, pero esta vez me pilló descargado y el efecto no fue tan fulminante como la primera vez, aunque mi erección volvió a ser importante, no me había pasado jamás una recuperación tan rápida. Bajé mis manos hacia sus pechos, que paradójicamente, aún no había acariciado, y los sopesé en mis manos, comprendiendo el suplicio que debía sentir cargando ese peso día tras día. La empujé de lado suavemente, dejándola atravesada en la cama y la giré hasta dejarla con el pecho pegado a la sabana y su espalda, nalgas y parte trasera de las piernas a mi disposición. Ella estiró los brazos por encima de su cabeza y sus pechos quedaron aplastados, saliendo por los laterales de su torso. Estaba divina. Comencé mordisqueándole la nuca y besándole los hombros, cuando le mordisqueaba la nuca, ella agitaba las caderas y abría un poco las piernas, saqué mi lengua, la puse en punta y descendí por su columna acariciándola con la lubricación de mi saliva. Al llegar a la cintura tuvo una sacudida y gritando diossss, arqueó la espalda hacia atrás. Mientras le besaba la zona de los hoyuelos de la cintura, aproveché para ir bajando las manos a lo largo del interior de sus muslos. Al llegar a la parte interna de la rodilla, me entretuve acariciando esa zona. Ella al notar las caricias comenzó a mover su cadera de arriba abajo remedando los movimientos del coito, al tiempo que abría más las piernas en ...
... compás. Le di la vuelta poniéndola mirando al techo y encogí sus piernas sobre la cama, metiéndome en el medio de ambas. Fui besando sus muslos por el interior, desde la rodilla hasta la ingle, evitando todo contacto con su sexo. Alcé la cabeza y la vi con los ojos cerrados, tenía un pecho agarrado con las dos manos y trataba de lamer el pezón sin conseguirlo. Sin previo aviso, baje mi boca hasta la entrada de su vulva, y le metí la lengua entre los labios menores, al tiempo que succionaba el clítoris y lo sujetaba con los dientes. Ella dio un respingo y comenzó a agitarse y a pedirme que la penetrase ya. Hice oídos sordos a sus súplicas y mientras le lamia y mordisqueaba el clítoris, introduje mi dedo medio con la palma hacia arriba en su sexo, localicé la zona tumefacta del punto g y lo masajee con delicadeza mientras seguía comiéndole el clítoris. Amalia era un concierto de gemidos y de ayes. Estaba gozando del tratamiento y yo a fuerza de darle placer a ella estaba también a punto de un segundo orgasmo.
Sin moverla de posición, me fui aupando hasta tener mis labios a la altura de su boca. Ella me miraba con ojos arrobados, la besé en los labios lo más tiernamente que sabia y al mismo tiempo, me introduje en ella. Al sentir la penetración, ella comenzó a moverse lentamente, y yo le seguí el ritmo, estuvimos así un rato y noté que me venía un segundo orgasmo así que le avisé, ella comenzó a moverse un poco más rápido, su respiración comenzó a agitarse y cuando sentí que ...