1. La puta del barrio


    Fecha: 16/09/2017, Categorías: Primera Vez Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    NOTA PREVIA DEL AUTOR
    
    Estimada lectora, estimado lector; si has leído alguno de mis relatos, sabrás, por experiencia de lectora, lector, que no suelo emplear nunca leguaje, vocablos, soeces, malsonantes; pero sucede que este relato que te dispones a leer, la idiosincrasia de sus personajes, hace que usar estos “barbarismos”, ponerlos en boca de tales personajes, sea lo más idóneo.
    
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    Estamos en la periferia de cualquier gran ciudad actual; pongamos, que de habla española… Imaginemos, incluso, que es Madrid esa gran urbe actual, y, digamos, que hacia 1988/89, en plena Reconversión Industrial, primera gran crisis económica de la reestrenada democracia española,con un montón de familias en paro, situándonos en uno de esos poblados marginales, no chabolistas, sino de casas, torres de pisos, normales y corrientes, como algunas zonas de Villaverde o Vicálvaro del inmediato cinturón de Madrid, donde el desempleo, el hambre, la miseria, el alcoholismo, la drogadicción, la delincuencia, se ceban, como los célebres Cuatro Jinetes del Apocalipsis, La Peste, el Hambre, la Muerte y la Guerra
    
    Y, concretando aún más, estamos en un descampado a la vera de tal poblado; un universo de basura, ratas, coches desguazados etc. Es sábado y, aunque es ya de noche, tampoco es tan tarde, más-menos, las once-doce de la noche y, al amparo de la nocturna oscuridad, un grupo de chicos y chicas, cinco o seis u ocho chavales y casi otras tantas nenas, pasan el tiempo, ...
    ... bien provistos de alcohol, más alguna que otra “papelina”. Entre ellos, el Raúl, un macarrilla de mucho cuidado, capo y matón mayor del cotarro, y a su lado, Sonsoles, una nena la mar de mona, 19-20 años, camiseta mínima, de generoso escote que deja ver el ombliguito sabrosón; faldita que, tildada de “mini”, sería quedarse muy, pero que muy corto, para lo cortísima que es, con acrisolada reputación de putón verbenero; vamos, una tía que se le abría de piernas al primero que se le arrimara, y más de uno, más de dos, de los “colegas” podía dar cumplida fe de tal aserto. Como el resto de la “cofradía”, llevan bebiendo un buen rato, casi más aún ella que él; el tío, morreándola a modo, mientras, al tiempo, le estruja las tetas que era una vida suya. Entonces, un tanto corrida por el espectáculo que los dos estaban dando ante tan selecta “parroquia”, le insinuó
    
    —Vámonos a otro sitio Raúl
    
    —¡Calla, puta!...
    
    Y volvió a morrearla, a sobar, a estrujar sus senos con más y más ahínco… Y ella, Sonsoles, se dejó hacer, y hacer, y hacer… Aquello iba pasando, pueblos y pueblos, de “castaño oscuro” y los del cotarro, tíos y tías, empezaron a callar sus conversaciones para posar una miradas algo más que libidinosos, en el gratuito espectáculo que el Raúl les ofrecía cuando, sin ambages, tomó la mano diestra de la muchacha llevándosela al “bulto” que, ostensible, crecía en su entrepierna
    
    —¡Sácame la polla, puta!
    
    Sonsoles obedeció, cual corderita; le bajó la cremallera y le sacó ...
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