Strong
Fecha: 22/06/2019,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Aquella noche era importante, sin duda. Se trataba del reencuentro con el monstruo, con la fiera que vivía dentro de él. Se trataba, por otra parte, de un evento controlado. Planeado con apenas unas horas de antelación, pero emocionante de todos modos.
La idea original era quedarse en casa esa noche, ver un poco la tele o jugar con el ordenador mientras se fumaba una cajetilla de Ducados. Cenar unas salchichas de pollo crudas - las más baratas -, tal vez con uno de esos postres lácteos de medio litro para quitarse el mal sabor. Beber un par de botellines de cerveza y tal vez, aunque improbablemente, recoger un poco la casa.
No era lo más apasionante para la noche de un sábado, pero no había quedado. No le apetecía. No estaba comprometido con nadie, y tampoco tenía mucho interés en ello. Había sufrido mucho en los últimos meses viendo cómo fracasaban sus numerosos intentos de tener pareja estable y ahora le apetecía ir un poco a su aire.
Pero la fiera le llamaba desde dentro.
Y esa noche fue la elegida, sucumbió a sí mismo, a sus instintos y sus deseos. ¿Bajos instintos? No: Sus instintos. Esa noche iba a volver a la selva, sentía su llamada, sus tentaciones... Y quería sentirlo de nuevo.
Abrió el armario y tardó poco en decidirse: Camiseta blanca, esa camisa roja de cuadros que, remangada, le daba cierto aire de leñador rudo, y unos vaqueros sin planchar. Zapatos náuticos y el pelo revuelto, como siempre. Tras el chequeo habitual de llaves, pañuelos de papel, ...
... calderilla, y cartera, salió de casa sin mirar atrás. Seguramente se habría dejado alguna luz encendida, puede que el gas hubiera quedado abierto. Pero ya era habitual, nada preocupante.
La boca del metro estaba cerca, y se metió de frente. Sólo un trasbordo y quedaría cerca de su destino. Se enfrentaría directamente a la fiera, pero no ofrecería resistencia. Simplemente se dejaría llevar por ella, inundarse de su esencia, sentirla cerca primero y luego dentro, bailar con ella y olvidarlo todo al amanecer.
Primero la línea 9, sólo hasta Núñez de Balboa. Allí cogería la línea 5, pero en lugar de bajarse en Chueca, como de costumbre, se quedaría hasta Callao. Los planes cambiaron repentinamente en la parada de Alonso Martínez.
No es que el chico que había entrado en el vagón tuviera un tipo excepcional. Más bien cabizbajo, jovencito, sin afeitar. Morboso. Le miró rápidamente y le gustó. ¿Quién sabía? Nunca había probado a ligar en un vagón de metro en marcha, pero se imaginaba que no debía ser muy distinto de hacerlo en cualquier otra parte.
El chico estaba de pie a una distancia prudencial. Eso era bueno. Podría mirarle con cierta indiscreción sin que él pudiera estar seguro de que era su objetivo. Observó su reflejo en el cristal del vagón, y se regocijó en cada detalle de su cuerpo. Sí, cada vez parecía más interesante. Tal vez fuera conveniente pasar a la fase de las miradas, había suficiente gente como para que nada pareciera suficientemente obvio.
Le miró a ...