1. El chico de las galletas (3)


    Fecha: 22/06/2019, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... en la nalga derecha de ella, que soltó un grito de sorpresa. Eso era la promesa que le habían hecho, las dos se iban a dejar penetrar analmente otra vez. Luego el muchacho, después de untarse el dedo índice, lo fue pasando por el ano de la señora Julia que divertida movía la colita en demostración del gusto que experimentaba, de ahí fue sobando el ojete de mi madre que no se quedó atrás en hacerle saber a ese hijo de puta lo mucho que le gustaba esa exploración previa. Ante la figura de las dos mujeres dispuestas y entregadas a ser empaladas, el chico iba masturbándose mientras tomaba la decisión sobre cual sería el ano a disfrutar primero.
    
    Sus ojos iban de unas nalgas a otras tratando de decidirse de una vez hasta que se llevó un dedo a la boca y formó un poco de saliva que lanzó hacia el techo y este al caer más cerca del lado de mi madre, la signaba como la primera a ser poseída por su verga que no dejaba de jalar y permitir que alcanzara su tamaño colosal. Lentamente fue restregando el glande morado en la entrada de mi progenitora y por la mirada y el gesto de dolor supe que había sentido la diferencia de medidas.
    
    - ¿La sintió, señora?- preguntó el maldito a sabiendas de la respuesta de mi madre.
    
    - Sí, ayyyy… me duele… ayyyy con cuidadito por favor, Mauricio- gimió ella agarrándose a la almohada.
    
    - Es que la tiene muy apretada señora Olga.- respondió sonriendo y apretando los dientes a cada empujón que daba eufórico.
    
    Él la tenía sujeta de las caderas ...
    ... sin permitirle la huída, gozando con el sufrimiento de mi madre de sentir que su cuerpo era atravesado por esa deforme masa de carne.
    
    - Ya no empujes más por favor, ay… hasta ahí nomás, ayyyy… ya no más.- gritó encorvando la espalda.
    
    Casi más de la mitad de su verga se encontraba empotrada en los intestinos de mi madre. Con suavidad fue iniciando los movimientos de entrar y salir que cada vez iba aumentando en velocidad, lo cual era sentido en su totalidad por su compañera, o sea mi madre, que no cesaba de berrear como un carnero degollado ante el intenso dolor que le causaba. Y creo que el escuchar los lastimeros gritos de ella, elevaba el ímpetu del chico que se aferraba con sus manos a las caderas de su víctima anal y mientras se movía en un vaivén desenfrenado por el goce sublime del sexo. Los dos cuerpos se agitaban frenéticos, uno dando y el otro recibiendo pero a fin de cuentas unidos. Esa imagen estaba ante mis ojos pero mi mente no reaccionaba en lo absoluto, era como si se tratara de dos desconocidos pero no era así, pues quien estaba siendo sodomizada era la autora de mis días que se dejaba poseer con furia y lujuria descarriada. Unos segundos después me di cuenta que un dolor en mi alma se extendía por todo mi cuerpo. Mi madre se había vuelto la perra de un negro de mierda.
    
    De un momento a otro y por la calentura de ambos, el muchacho se montó sobre ella, cubriéndola completamente, todo esto sin detenerse en su acometida, los esfínteres de mi pobre madre ...
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