1. PUDIERON MAS LAS GANAS...


    Fecha: 18/06/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... herramienta en su cuquita que ya se veía rojita de tanto roce pero se notaba que quería más.
    
    Yo todavía tenía mucha madera que cortar ya que no me había venido. Mi leche aún se encontraba en sus aposentos.
    
    Entonces le dije:
    
    - Ven… hagamos de cuenta que hay un cliente y que estás bajo la mesa.
    
    Me miró pícaramente comprendiendo mis negras y calientes intensiones. Sin decir palabra se metió bajo el escritorio que no es muy amplio que digamos pero se acomodó como pudo; yo corrí la silla giratoria y me acerque a ella con mi pene a mil. Entonces comenzó a darme nuevamente una mamada de película. Que sensaciones las que me recorrían desde los pies hasta la cabeza. Su boca se tragaba mi pene como quien bebe un trago de agua antes de morir de sed.
    
    Era tal la mamada que sentí que desde mis entrañas la leche comenzaba a emanar. Unas grandes goteras de lubricación asomaban en la uretra y ella las devoraba una a una. Le encantan esas goteritas semitransparentes que brotan de mi verga enardecida.
    
    - Hummmm, balbuceaba mientras usaba mi chimbo como un labial humectando sus labios con mis gotitas. Me encanta tu chimbo, mi amor.
    
    - Y a mí me fascina como me lo mamas, mi corazón.
    
    Pasaron tantos minutos de tan suculento banquete que estaba a punto de venirme. Si no paraba ahora, llegaría al punto de no retorno y la faena quedaría incompleta.
    
    Como pude me incorporé. Ella me miraba desde debajo del escritorio con tristeza, como un bebé cuando le quitan su biberón. ...
    ... Estiré mi mano y la ayudé a colocar en pie. Nos dimos un beso apasionado; a mí me encantan sus besos porque me los entrega con una pasión y una devoción casi sagrada.
    
    Asidos de la mano accedimos al baño, no sin antes despojarme de mis calcetines que era la única prenda que me acompañaba en esos momentos.
    
    - Que tienes en mente, culicagado, me dijo.
    
    - Ya verás… mamasita. Ya lo verás.
    
    Corrí la cortina de la ducha y la recosté, de espaldas, contra la pared. Tomé mi pene que seguía duro como un riel del Metro y lo coloqué en la entrada de su cosita y me di a la tarea de metérselo hasta el fondo. La posición era un tanto incómoda pero alucinante. Su piel estaba bañada en sudor y por sus espaldas resbalaban algunas indiscretas goteras que yo, hambriento, lamía para alimentarme de su pasión.
    
    Le di estaca por muchos minutos. En mi mente aguantaba las ganas de venirme para poder alargar el placer. Tenía que sacarle cuantos orgasmos pudiera, lo cual no es difícil ya que ella es multiorgásmica y se viene seguidamente. Pues no pasó mucho tiempo más para que sintiera que su respiración se aceleraba nuevamente y explotaba en pedazos soltando nuevos chorros de agua.
    
    - Marica… me vas a matar.
    
    Ella muy rara vez dice palabras soeces pero en estas circunstancias se le escapan algunas como sinónimo del placer que la estremece cuando desfoga sus orgasmos.
    
    - Pues prepárate que lo mejor ya casi llega… Hoy te tomarás toda mi mermelada.
    
    - ¿Sí?, dijo relamiéndose los ...
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