1. Las desventuras de Elena (6)


    Fecha: 08/06/2019, Categorías: Poesía Erótica, Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... corriendo y llegó hasta acá, conmigo siguiéndola sin hacerme notar. De pronto detuvo la carrera y se quedó inmóvil. Claro, la muy tonta había visto el muro y todas sus esperanzas de fuga se desvanecieron. Para colmo, en ese momento los perros se le fueron encima ladrándole y mostrándole los colmillos. ¡Qué miedo sintió la muy estúpida! ¡jajajajajajajajajajaja!... Dio media vuelta y volvió corriendo adentro. Apenas pasó la puerta se topó conmigo. Me miró con cara de terror y balbuceando entre lloriqueos. La arrastré a su celda y en lugar de darle una buena zurra preferí martirizarla sicológicamente haciéndole ver lo estúpida que había sido al pensar que podría escaparse. La pobre estaba quebrada. Lloraba, pedía perdón, suplicaba, todo al mismo tiempo. La situación me había excitado tanto que terminé cogiéndomela.
    
    Julia, que había seguido con mucho interés la narración, asintió cuando Wanda la tomó de un brazo y le dijo:
    
    -Sigamos la visita, querida. Ahora te voy a mostrar la planta alta. Allí hay varias habitaciones en suite para quienes quieran pasar una o varias noches en la mansión con sus esclavas. Por supuesto que esa comodidad está a tu disposición cuando lo desees.
    
    -Interesante. –dijo Julia y pensó que no estaría mal aprovechar la oferta en algún momento.
    
    Las habitaciones eran seis, alineadas a ambos lados de un pasillo al fondo del cual había un gran ventanal que daba al parque. Wanda abrió una de las puertas y se hizo a un lado para franquear la entrada a ...
    ... Julia. Era por cierto una habitación muy confortable, de dieciséis metros cuadrados con aire acondicionado. Estaba alfombrada en beige. Había un sommier de dos plazas, con un cobertor verde claro, una mesita de noche, a la izquierda un placard empotrado en la pared, a la derecha el baño, varios cuadros con motivos eróticos en las paredes y arriba cuatro spots direccionales adosados a un riel de metal que atravesaba el techo.
    
    Wanda abrió una de las puertas del placard y le mostró a Julia lo que allí se guardaba: varios látigos y fustas, una mordaza de bola, una venda de seda negra para los ojos, un par de esposas, pezoneras, brazaletes y tobilleras de cuero negro.
    
    -Para diversión de los Amos... –explicó la guardiana sonriendo.
    
    -Mmhh... –no tengas dudas de que me gustará pasar algunas noches aquí con Elena.
    
    -No tenés más que decírmelo, querida. –dijo Wanda. –Ahora iremos al consultorio médico.
    
    -Ah, ¿también tienen un consultorio?
    
    -Por supuesto, querida, no supondrás que si alguna de las esclavas necesita atención vamos a llevarla afuera, ¿verdad?
    
    El consultorio, dotado de la más moderna tecnología, estaba ubicado cerca de las habitaciones de la guardiana. Entraron y Wanda saludó a la profesional a cargo, que se encontraba sentada a su escritorio y se levantó para ir al encuentro de ambas mujeres.
    
    -Buenas tardes, doctora Fuentes, ella es el Ama Julia, nueva integrante del Club.
    
    -Un gusto, Julia. –dijo la médica estrechándole la mano.
    
    Era una mujer de ...
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