1. Marcela (II)


    Fecha: 06/06/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... rígida, tenía el tamaño descomunal que yo recordaba y despedía el mismo calor y aroma animal que se había grabado en mis sentidos una noche hacía mucho tiempo.
    
    Lamí su pollón ilimitado empezando por la base, bajando con la lengua hasta el capullo. Después lo tomé con los labios, formando un círculo apretado y lo llevé hacia atrás. En esa posición empecé a mamársela con fruición. Tenía un dedo atrapado dentro de su culo y desde detrás se la estaba comiendo con dulzura. El tiempo pasó en un suspiro, mientras yo disfrutaba del sensación de su polla deslizándose dentro de mi boca hasta que mi nariz chocaba con sus huevos, repitiéndolo una vez, y otra, y otra, y otra, durante muchos minutos, hasta que, tal y como me había sucedido en nuestro primer encuentro, se corrió sin más aviso que las contracciones de su ano sobre mi dedo, dentro de la boca. Fue un mar de esperma que me colmó la boca. Dejé que Marcela acabase de correrse sin apartar la boca. Después separé su ano, vertiendo dentro todos sus fluidos y utilicé su ...
    ... leche mezclada con mi saliva como lubricante. Incorporándome, paseé mi polla por la entrada de su culo dilatado. Apoyé la punta y presioné suavemente. Mi pene se deslizó por su ano sin dificultad. Fue una sensación maravillosa, sentir las paredes de su culo, mojadas por su propio semen, abrazarse a mi polla que resbalaba arriba y abajo con suavidad. Antes de que me diese cuenta me corrí dentro de ella sin poder contenerme. Fue, al igual que la suya, una corrida larga, que me dejó vacío. Continué moviendo las caderas durante un buen rato, esperando que me disminuyese un poco la hinchazón.
    
    Después de ducharme, le dije si podía quedarme allí un ratito charlando, y ella accedió, encantadora. Estuvimos hablando sobre Barcelona y sobre otras ciudades europeas que conocía, mientras que su amiga nos miraba sin comprender demasiado, ya que solo hablaba portugués brasileño. El timbre del interfono sonó al cabo de unos quince minutos y yo me tuve que ir. Pero después volvería a encontrarme, muchas más veces con la adorable Marcela. 
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