1. Marcela (II)


    Fecha: 06/06/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... negra con bordados rojos y unas medias de malla. Se sentó delante de mí, tomó mi polla y empezó a enjabonarla. Estando tan cerca, su aroma me invadió. Era el mismo olor embriagador que recordaba de una noche de verano cuando la encontré en la calle mientras iba en coche al cuartel. Inmediatamente, en contacto con sus manos y el agua tibia se me puso tiesa como una barra de hierro, y, por un horrible momento, pensé que me iba a correr instantáneamente.
    
    Le pedí que parase, me sequé y fui al dormitorio mientras ella se lavaba. Me di cuenta de que si me volvía a tocar me vendría enseguida y no podría disfrutar nada de aquel momento tan esperado. Cuando llegó llevaba las bragas en una mano y unas toallas en la otra. Antes de que pudiera decir nada, me puse de pie, le pedí que se colocase a cuatro patas sobre la cama porque me gustaría jugar un rato con su cuerpo. Ella me miró con su ojo ligeramente desviado y se colocó en la posición que le había pedido.
    
    Me aproximé a ella, cerré los ojos, la besé en la espalda y aspirando el olor de su piel me vinieron a la memoria las sensaciones de la noche que había pasado con ella un par de años antes. Pasé mis labios sobre su piel que tiene una cualidad sedosa que no encontrado en ninguna otra persona. Besé su espalda una y otra vez, desde los hombros hasta las nalgas. Bajando cada vez más me situé tras ella y dediqué mi adoración a sus piernas a las que aquel día les faltaba depilación, sin embargo, estaba tan excitado que no ...
    ... podía dejar de besarlas. Siguiendo con mi descenso llegué a los pies, estaban algo fríos, pero el sabor, ligeramente más fuerte que el resto de su piel se apoderó de mis sentidos. Lamí aquella superficie exquisita, introduciendo uno a uno entre mis labios apretados cada uno de los dedos de sus pies, sorbiéndolos con delicadeza. Mi lengua se deslizó encantada sobre su empeine, tocó con dulzura su planta, navegó por todos los abultamientos y hondonadas que me presentaba.
    
    Ascendiendo besé sus nalgas espléndidas. Era una delicia sentir la fuerza y la delicadeza de aquel culo moreno frente a mis labios. Descendí por la rabadilla pasando sobre ella la punta de mi lengua mojada. Rodeé el ano, explorando las suaves rugosidades de su piel. Aspirando el olor a sexo que lo rodeaba. Separé un poco las nalgas con las manos, de tal forma que la abertura se pudiese alcanzar con más facilidad e introduje la lengua en su interior, primero con movimientos suaves y después cada vez más rápidos, dilatando su ano con mi lengua. Finalmente, introduje en el interior uno de mis dedos ensalivados, que fue succionado con facilidad, patinando sobre una superficie lisa y líquida.
    
    Desde detrás, mientras continuaba la exploración de su ano con el dedo, tome sus huevos, encogidos de excitación, entre los labios y los succioné. Los mordisqueé con suavidad y finalmente me dediqué a pasar la lengua sobre ellos con movimientos circulares. Cuando llegué a su polla, que tanto me había hecho soñar, estaba ya ...