Noche de pasión en Lisboa (XI): Se hace camino al andar
Fecha: 23/05/2019,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos
... cuentas alternadas en azabache y ámbar. Las mujeres se juntan y me regalan un par de gemelos de plata con una lasca de azabache, en la cual mandan grabar un monograma con mis iniciales entrelazadas, y que recogeremos al día siguiente, antes de nuestra partida.
En un incompresible impulso, compro para Paulinha una figa (higa), amuleto en forma de puño cerrado con el pulgar atrapado entre los dedos índice y corazón. Realizada en azabache y con un engarce de plata con forma de lazo de filigrana, apropiado para portarlo en el pecho a modo de broche. Al entregárselo le digo que es una pieza tradicional que las abuelas ponían sobre el pecho de los bebés, para espantar el mal de ojo. No me podía imaginar que vería aquella joya colgada del jubón de una niña de pecho, antes de lo que yo pensaba.
De vuelta en nuestras habitaciones, antes de la hora de la cena, me apetece tomarme un baño caliente y llenando la bañera, me pongo a remojo, recostándome y cerrando los ojos para relajarme de la tensión de estos días.
Oigo llamar a la puerta y escucho a mi esposa hablando con otra mujer mientras entran ambas en el dormitorio. Cuando se sientan en un sofá que linda con la pared del baño, probablemente a causa de alguna fisura en el muro oculta a la vista, oigo perfectamente que se trata de Ana María, que conversa con su hermana. Desde la bañera escucho con toda claridad lo que están hablando, tal y como si estuviese sentado a su lado.
- Siéntate y dime qué tal te ha ido con el ...
... mulato. ¿Se ha marchado ya?
- Sí, ya nos hemos despedido. Y la tarde ha sido maravillosa. Ya tenía ganas de algo así.
- Me alegro por ti, hermanita. A ver si así dejas por una temporada de calentar a Alfredo, que me lo tienes loco. Por cierto, lo de esta tarde, el permiso era solo para una refriega. Que te quede claro. Y siéntate bien, que me tienes nerviosa con esa postura.
- Tranquila, que por una temporada al menos, dejaré tranquilo a Alfredo. Lo de sentarme bien va a ser otro cantar.
- ¿Y eso?
- Te lo cuento, pero no puede salir de aquí nada de lo que te cuente. Y sobre todo, ni palabra a Alfredo. Prométemelo.
- Vale, prometido. Ahora cuéntame qué has hecho con el mulato.
- Cuando entramos en la habitación, ya traíamos una calentura importante. Nos desnudamos uno al otro como si no hubiese tiempo para más. Cuando estuvo desnudo, me encontré con un miembro de este tamaño, no te exagero nada – Supongo que aquí le estaría mostrando con las manos separadas el tamaño del badajo del mulato.
- ¿Tan grande? ¿Y pudiste con todo eso dentro?
- Pude más de lo que tú te crees, hermana. Al verlo, me arrodillé delante de él y me lo metí en la boca hasta donde pude, que no fue mucho. Debía venir muy necesitado, porque al poco tiempo se vino en mi garganta sin darme tiempo a retirarme, con tal abundancia, que esta noche no creo que me apetezca sopa de primer plato. A pesar de la eyaculación, no perdió casi nada de la erección y me llevó a la cama, poniéndome encima, ...