Noche de pasión en Lisboa (XI): Se hace camino al andar
Fecha: 23/05/2019,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos
CAPITULUM hujus Almae Apostolicae et Metropolitanae Ecclesiae Compostellanae sigilli Altaris Beati Jacobi Apostoli custos.
Así reza el comienzo de la bula que tengo en mis manos, y que ante La Cristiandad, me otorga el perdón de todos los pecados cometidos por mí hasta la fecha. La célebre Compostela, que no “Compostelana” y que es otorgada a todo aquel que peregrine a pie, por motivos religiosos, una distancia mínima de 100 Km. contando el final en Santiago de Compostela.
Si levanto los ojos, puedo ver ante mí el gigantesco incensario de casi la altura de un hombre, y cercano a los 100 Kg. de peso, cuando está cargado. Oscilando a lo largo de los brazos de la cruz de la planta de la catedral, a una velocidad próxima a los 70 Km/h. Levantándose sobre el suelo, al final del ciclo pendular alrededor de 20 m. y colocándose prácticamente horizontal.
Se trata del famoso Botafumeiro (Echador de humo, literalmente, en gallego), accionado mediante un juego de poleas, por los ocho tiraboleiros. Hombres que, halando cada uno una cuerda, juntas en una maroma central, imprimen la energía necesaria para efectuar el movimiento de péndulo.
A mi lado, flanqueándome sin un orden determinado, se encuentran arrodilladas, en actitud de recogimiento después de tomar Comunión, Amália, Ana María, Marta, y sorprendentemente, también Paulinha. Las tres mayores se han cubierto la cabeza con un velo, en un anacronismo propio de otra época. Además se han revisado unas a otras, asegurándose ...
... que su vestuario es el correcto para asistir a misa en la catedral. Nada de brazos desnudos ni minifaldas. Estos detalles me llaman la atención en un principio, pero no puedo dejar de recordar que todas han sido criadas al lado del santuario de Fátima, y que la devoción mariana no ha dejado de imprimir su huella en ellas.
Aunque por mi edad, yo he sido educado como católico, confieso que no he seguido muy fielmente los dictados de dicha doctrina. Prueba evidente es mi particular matrimonio con Amália. Sin embargo, siento profundo respeto por las creencias de los demás, sin importarme de qué forma o como llaman al dios al que rezan. Siempre y cuando no pretendan obligar a los demás a comportarse como lo hacen ellos.
Mi esposa y mi cuñada han peregrinado para dar gracias por lo que tienen y han vivido. Marta lo hace además para pedir protección para su esposo (en el mar y en las trincheras no hay ateos). Paulinha creo que lo ha hecho un poco por fe y un bastante por estar unos días en España y por la aventura de caminar y tener una experiencia diferente. Yo lo he hecho, sin demasiada fe, para acompañar a las mujeres. Pensando en principio que tampoco me va a dejar ninguna marca o secuela, así que ¿por qué no? Aparte de todo esto, pesa mucho el que me lo haya pedido Amália. Que ya se sabe que si tu mujer se empeña en que saltes por la ventana, pide a Dios vivir en un sótano.
Cuando hemos llegado a la Plaza del Obradoiro, coincidimos con cientos de peregrinos venidos de ...