El Picapiedra
Fecha: 20/06/2017,
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Autor: Hunter, Fuente: CuentoRelatos
... las manos por el pecho, el cabello, los hombros… De una vez se le despertó la boa. Se le fue poniendo dura, erecta, tiesa. Metí las manos bajo la toalla y hurgé en su calzoncillo. Los huevones, acariciándolos con mi mano mientras él hacía lo mismo con mi pinga. No tengo una verga tan grande, si acaso siete pulgadas y media, gruesa cabezona... El la agarró con curiosidad y me la estrujó bastante. Calladito me agarró las nalgas y me fue acercado a el. Se le sentía el aliento alcoholizado. Me pasó la lengua por las tetillas y luego comenzó a succionar como si fuera una teta, me apretaba el pecho y luego me lo mordía. Uff, el dolorcito que sentía era extremo, delicioso.
Me le fui encaramando encima y bajé a mamarle la verga. Casi me la trago hasta el fondo. Dura, gruesa y corta, peluda. Olía a verga, a macho trabajador. Con todo y que se había bañado en la piscina el olor era intoxicante. Bajé a mamarle los huevos y estaban espectacularmente grandes, duros y deseables. Seguí pajeándolo y mamándolo con ganas. El me agarró el huevo y lo peló, lo sobó y lo estrujó suavemente. Mi verga mide 7 pulgadas y media, dura, incircuncisa, cabeza rosada, venosa y recta.
Me puse de pie y él se ...
... agachó un poco y me comenzó a chupar la pinga, primero lamiendo como si fuera un barquillo y luego tragando todo lo que podía, hasta el fondo. Mamaba pinga mientras me sobaba el culo, una arrechura deliciosa que me ponía a mil. Me apretaba las nalgas y pasaba sus dedos callosos por el borde de mi culo, por mis nalgas y piernas.
Le agarré la nuca y le seguía empujando mi verga hasta el fondo, salía babeada y resbalosa, con una sensación más placentera por ver a este macho medio borracho más que por la técnica de mamar en sí. Nos terminamos de encuerar y salimos de nuevo al patio. Ahí se paró contra una pared y lo seguí tocando, acariciando con rudeza. El me mordía las tetillas y los hombros, me seguía apretando las nalgas con ganas increíbles.
En una de esas me pide permiso para ir a mear. Yo me ensalivé la mano y comienzo a sobarle la cabeza de la verga, rápidamente hasta que se le salió un chorro de orina caliente, quemándome. Me cayó encima y el chorro llegó hasta mi pecho. Apenas sentí esa vaina ardiente me arreché demasiadisimo. Era como si estuviera teniendo sexo, una sensación intensa. El me apretó contra sí mientras meaba.
Continuaré en otra ocasión. Voy a hacerme una pajita…