El Picapiedra
Fecha: 20/06/2017,
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Autor: Hunter, Fuente: CuentoRelatos
... sexual ese instinto mío me decía que debía seguir intentando. Camino a la pensión le pregunto muy sutilmente si me puede prestar el baño porque no aguantaba las ganas de orinar. Me estaciono y me indica el cuartito en el que se estaba quedando, un cucarachero bastante maluco, sin nada más que dos camas sencillas y un abanico ruidoso. Cuando salgo del baño le digo “chucha, tanto que uno se zurra con estos hijueputas y te meten en este cuarto tan caliente. Si quieres puedes irte a mi casa y allá hay cuartos cómodos y más frescos vacíos.” A esta altura ya José tendría que decidirse. Muy amablemente me dice que le da vergüenza, pero yo insisto. Solo es esa noche y no me iría mal tomarme unas cervecitas con alguien para no aburrirme.
Listo, se decide, busca su cepillo de dientes y una muda de ropa y nos vamos de nuevo. Camino a mi casa el tipo sigue bajando pintas como si fueran agua. El Clásico gorrón que aprovecha guaro gratis. Apenas llegamos se queda viendo todo como estuviera en un palacio. Nada del otro mundo pero para él esto es la gloria. Seguimos tomando y se acabaron las cervezas. Le pregunté si le gustaba el ron y le sirvo un trago fuerte, pesado. Se lo tomó con gusto, feliz de tener un lugar “lujoso”, tragos gratis y buena atención y mucha risa.
Le dije que me iba a bañar en la piscina por si él quería y me dijo que no, gracias. Se iba a quedar viendo TV. A menos de 5 minutos lo escucho llegar al jardín y le dije, “tírate, el agua está rica”. Se quitó el ...
... pantalón que cargaba y que pedazote de verga que se le marcaba, unos huevos que eran un bulto que le colgaba más debajo del culo.
No tenía un cuerpo espectacular, algo de pancita, pero se veía macizo, músculos naturales y piernas gruesas, de trabajar. Nada de gimnasio. Me disculpé y regresé a la cocina, le serví otro trago cargado y me serví yo solo Coca Cola. Siguió tomando como bestia.
Al rato se sentó en el borde de la piscina y me le quedé viendo con cara de hambriento. Tenía las piernas abiertas y se echaba para atrás. La verga apenas se le marcaba por el calzoncillo. Salí y regresé con otros dos tragos y le puse uno al lado. Casi le termino la botella y con todo eso se zampó el trago de una vez. Me senté a su lado y me dijo que estaba un poco mareado. Salió y se dirigió a orinar, se bajó el calzoncillo en frente mío y se puso a orinar mis plantas. Una verga regular pero con dos huevotes, tal como lo había imaginado. La matita de pelos que tenía arriba de su verga oscura se veía como maleza, abundante y gruesa. Me hice el tonto y lo acompañé dentro de la casa.
Nos volvimos a sentar en la sala, él envuelto en una toalla y con el trago casi vacío en la mano. Se echaba a reír de cualquier pendejada y le pregunté si no echaba de menos a su mujer cuando estaba en la mina. Me dice, “si loco, tu sabes que uno allá necesita un culito pa´ el aburrimiento”.
- Bueno, eso se puede arreglar.
- ¿Cómo pá ve?
Me le acerqué y comencé a sobarle la pinga bajo la toalla. Le pasé ...