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El sueno de Carol
Fecha: 07/01/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... un perchero a la entrada. Detrás del banco separado por un pequeño muro había una ducha bastante amplia con un pequeño espejo en la pared que muchos aprovechaban para afeitarse. Siempre que puedo elijo una de estas cabinas, me gusta la privacidad que me proporcionan. Acudí a mi taquilla, cogí mis cosas y entré en la tercera cabina. Eché el pestillo y me quité la ropa. Abrí la ducha y decidí tomarme mi tiempo. Había hecho grandes avances y mi cuerpo estaba cada vez más definido. Estuve unos minutos disfrutando de la ducha y cerré el grifo. Me sequé, me puse unos vaqueros y una camiseta blanca lisa y salí de los vestuarios con mi bolsa colgada del hombro. Eran las siete y cuarto. Normalmente acudo al gimnasio sobre las cinco y media pero al día siguiente lo hice a las siete. Quería verla de nuevo y coincidir con ella en la sala. Hice mi rutina habitual: fui a los vestuarios, me cambié y me puse un pantalón corto y una camiseta gris de tirantes. Me puse las zapatillas, colgué mi toalla al hombro y cogí mi iPod para bajar a la sala. Ni rastro de aquella chica. Comencé mi rutina de ejercicios como cualquier día algo decepcionado por no verla de nuevo. Tras unos minutos de cinta en la máquina de al lado una chica con coleta comenzó a correr. Miré de reojo y allí estaba ella. Llevaba un conjunto muy parecido al del día anterior, de nuevo con una camiseta sin mangas y abierta que dejaba ver el sujetador deportivo que contenía sus pechos. A pesar de las muchas máquinas libres se ...
... colocó junto a la mía. Juraría que durante los siguientes minutos nos mirábamos mutuamente sin llegar nunca a cruzar miradas. Terminé mi trabajo de cinta y me bajé. Sequé el sudor de mi cara con mi toalla y me dispuse a hacer piernas. Durante la siguiente hora fue un constante juego de miradas y sonrisas. Nos íbamos buscando por toda la sala. Terminada mi rutina ella continuó trabajando brazos mientras yo estiraba. Pasó por mi lado y pude ver en su muñeca una goma de pelo con la llave de la taquilla enganchada. Número 23. Terminé de estirar y pedí papel y boli en recepción. Eran las ocho y media y pensé lo más rápido que pude. Miré frente al gimnasio y vi un local que me inspiró a escribir: “Taberna Rodri. 9:00”. Subí rápidamente y me asomé al vestuario de mujeres. Junto a la puerta pude ver una hilera de taquillas de la 1 a la 50. Fijé mi mirada en la número 23. Entré con dos grandes pasos, introduje el papel doblado por una rendija lateral y salí mirando al suelo esperando que nadie me hubiera visto. El corazón se me iba a salir del pecho. Entré al vestuario masculino, me duché y me cambié lo más rápido que pude. Bajé las escaleras y me crucé con aquellos ojos. Nos sonreímos dije: “Hasta ahora”. Necesitaba que supiera que aquella nota era mía. Crucé la calle hasta la taberna y me senté en la terraza a esperar. Los minutos pasaban. Eran las nueve y no había salido del gimnasio. Nueve y diez. Nueve y cuarto. Entonces la vi salir y buscar con la mirada por toda la calle hasta ...