EL CUARTO PARA LOS HERMANOS MAYORES
Fecha: 14/12/2018,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... desprendió un chorro de semen hasta su camiseta. Me mordí los labios y pensé que esto recién empezaba, cada noche sería espectacular. Les ordené que se fueran a dormir. Las noches que siguieron no tuve que indicarles que empezaran, lo hacían con ansias de verme desnudo y cada vez se animaban a tocar más, a acariciarme los muslos, tironear los vellos alrededor, tantear mis bolas y deslizar los dedos por mi abdomen. Qué dicha la mía. Para el tercer mes, me masturban de tres a cuatro veces en un día, se habían obsesionado aunque todavía temían dar el próximo paso. Siempre que podían me miraban el bulto como esperando ver una reacción o una señal para empezar a masturbarme, no tuve que decirles que me la mamaran, pero si apresuré las cosas para que ellos dieron ese paso. Una noche dije que estaba muy cansado y que no era necesario que me hicieran pajas que el reto ya había concluido. Pude notar sus expresiones de pena y decepción. A eso de las 3 de la madrugada me despierto al sentir como era manoseado y despojado de mis prendas. En cuestión de segundos siento como se pelean por meterse mi verga a la boca, noté que ambos estaban desnudos, revolcándose encima de mí como perras. Lucas me la chupada delicioso, su lengua recorría ...
... mi verga como a un caramelo. Sentía como sus cuerpos se apretaban contra mí, como me besaban, el pecho, las axilas, como enterraban sus lenguas dentro de mi boca, sus cuerpos eran míos y yo era de ellos, para siempre. Esa noche los desvirgué a los dos y lloraron de placer. Esos culitos duros se resistieron pero cedieron ante mi verga. Enterré mi pene dentro de Alex mientras le pasaba la lengua por la espalda y Lucas se pajeaba en el cachete de su mellizo y este intentaba mamarle, pero no podía por el terrible movimiento que hacia yo al romperle la cola. Mis testículos dolían horrores, era mucha leche para descargar, y mi verga estaba tan dura que temía matarlo. Tras romperles el agujerito a ambos y derramar mi leche en cada uno, me dispuse a mamarles la verga. Sus penes de iguales dimensiones, eran bastante anchos para la edad, y gozaron de lo más lindo al escupirme semen en la cara. A partir de esa noche no hubo momento del día en que alguno de los dos no metiera su mano dentro de mis pantalones mientras nadie observaba. Cojiamos como conejos, en mi cuarto, en el baño, en la cocina, hasta en lugares públicos, rápidamente empezaron a ganar volumen, a volverse mas peludos, querían desvirgarme a mí. Queríamos pasarla bien.