Mi venganza (2)
Fecha: 13/12/2018,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos
... ellos, con un buen puesto y sueldo.
No sé cómo fue, pero de repente, Carla apareció a mi lado, hablándome. Me quedé cortado. No sabía qué decir, hasta que solté.
-¿Y Jorge? ¿Qué tal os va? –Todos se quedaron mirando. Me extrañó, pero volví mi atención a ella cuando dijo.
-Hace tiempo que no nos vemos. Se marchó sin dar explicaciones y no sabemos nada de él.
Más tarde, en un aparte, uno de los amigos me comentó que se rumoreaba que estaba encarcelado, pero nadie lo sabía con certeza.
Seguimos hablando de distintos temas, y sobre todo bebiendo, hasta el cierre del bar. Me despedí y tomé camino de mi casa, pero Carla me llamó para pedirme que la acompañara a casa. Vivía en el otro lado del pueblo, pero estuve encantado de acompañarla.
-Estás muy cambiado. –Me dijo por el camino, iniciando una conversación tonta.
-¿Tú crees? Yo me veo igual.
-No, que va, te has hecho más hombre, estás más guapo e interesante. ¿Tienes novia o sales con alguien?
-No, no tengo novia ni salgo con nadie.
-Pero conocerás muchas chicas.
-Sí, alguna conozco.
-Y no hay alguna más íntima…
Con tonterías como esas o similares, llegamos a su casa.
-Gracias por acompañarme. –Me dijo mientras me daba un beso en la mejilla. Muy cerca de los labios. – Llámame cuando quieras.
-SSi, tte llamaré.
-Mañana domingo, iré al río con las amigas a tomar un poco el sol, para ponernos morenas para este verano. Si quieres puedes venir.
-Vale, iré.
Quedamos a la hora y ese ...
... fue el principio de nuestra relación.
Salíamos casi todos los días y fines de semana alternos, ya que tenía que quedarse a cuidar a su madre que estaba algo enferma. Los sábados que salíamos, tomaba prestado el coche de mi padre para ir al pueblo cercano a la discoteca, donde bailábamos tan pegados que le clavaba el bulto de mi polla en la tripa. Como era normal, volvía a casa con un dolor de huevos de campeonato.
Al mes de estar saliendo, mientras bailábamos pegados en la discoteca, le pedí relaciones formalmente contestándome con un beso largo, donde nuestras lenguas entablaron una batalla sin fin, y presionando más si era posible contra mi bulto. Ese día nos marchamos pronto.
Cuando llegábamos al pueblo, me dijo:
-¿Quieres que paremos un momento en la arboleda?
La arboleda era un minibosquecillo algo apartado de la carretera, al que se accedía por un camino agrícola y donde iban las parejas, que no tenían otro sitio, a desfogarse.
-¡Claro que si! –exclamé encantado. Llevaba tres meses sin follar, solo haciéndome pajas últimamente para calmar el dolor de huevos. Por lo menos, algo iba a pasar.
Después de buscar un hueco donde meter el coche, porque estaba todo ocupado, recostamos los asientos para mayor comodidad, lanzándome a besarla por toda la cara, mientras acariciaba su cuello. Besé, chupé, mordí sus labios, sus orejas, todo lo que estaba a mi alcance. Por fin, después de tantos años, éramos novios.
Bajé mi mano a su escote, soltando poco a poco ...