En las duchas con Adriana
Fecha: 18/02/2025,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Evan, Fuente: CuentoRelatos
... pellizcar sus ya duros pezones.
Pocos instantes después, los dos llegamos al orgasmo. Y como si nos hubiésemos leído la mente, nos tapamos la boca el uno al otro para evitar que nuestros gemidos se oyesen en la sala. Tras eso, nuestras piernas cedieron y abrazados nos fuimos cayendo poco a poco hasta quedar sentados en el suelo. Había sido una experiencia increíble.
Ambos nos miramos de nuevo a los ojos y comenzamos a reír como si fuéramos unos críos. Luego de unos minutos, en los que descansamos en esa posición y dejamos que el agua se llevara el cansancio de nuestros cuerpos, nos comenzamos a levantar.
—Me lo he pasado como nunca —dijo ella—. Me gustaría repetir otro día, pero esta vez con un poco más de tiempo e intimidad —comentó mientras me guiñaba un ojo.
—Yo también lo he pasado genial—respondí—. Y por supuesto que me gustaría repetir. Sobre todo sí tenemos una cama blanda en la que estar acostados a gusto.
—Me parece una buena idea. Ahora, cuando salgamos de la ducha, deja que te dé mi número de teléfono. Prométeme que me llamarás —dijo mientras volvía a guiñar el ojo y tocaba mi nariz con su dedo índice.
—¡Por supuesto! —respondí mientras cogía su mano entre las mías—. Tendría ...
... que estar loco para no hacerlo.
—Así me gusta. ¡Por cierto! Si ni siquiera te he dicho mi nombre, qué cabeza la mía. Me llamo Adriana ¿y tú?
—Cierto, estábamos ocupados con otras cosas y ninguno nos habíamos dado cuenta. Mi nombre es Sam.
—Encantada —respondió mientras salía de la ducha y cogía su toalla—. Esperaré tú llamadas —dijo mientras se ponía la toalla sobre los hombros y me lanzaba un beso.
Yo me quedé un rato más bajo el agua. Vi como dejaba un trozo de papel con su número sobre mi mochila, para acto seguido volver a su cabina para vestirse. La vi marchar y antes de abandonar la sala, me lanzó un último beso.
Finalmente, pude despertar del trance en el que estaba y cerré la ducha. Fui a mi cabina y rápidamente guardé su número en la agenda de mi móvil. Después, me vestí y salí rumbo a mi coche.
Cuando llegué a casa, me tiré sobre mi cama y repasé mentalmente todo lo que había pasado. Aún me costaba creerlo, pero había pasado de verdad. Miré de nuevo el número de Adriana en mi móvil y ahí estaba, la última prueba de que era verdad.
Una sonrisa se dibujó en mi cara y cerré mis ojos. Era el momento de descansar. Mañana, lo más seguro, es que la llamase para poder vernos de nuevo.