Mi historia con una mujer maltratada (2)
Fecha: 15/11/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: Tmy456, Fuente: CuentoRelatos
... cielo. La tomé de las manos y nos quedamos mirándonos a los ojos, callados, por no sé cuánto tiempo, (es increíble como dos personas se pueden entender sólo con una mirada). Hasta que ella decidió romper el hielo diciendo:
—Hay alguien acá que dio, y sin embargo, no recibió placer.
Me soltó una mano y pasó suavemente su dedo pulgar por mis labios, mientras que con los demás me tocaba el mentón.
—Ah ¿sí? ¿Quién?, pregunté curiosamente.
—Vos.
—Traje forros.
—¿Dónde están?
—En la mesita de luz, ¿vamos a buscarlos?
—Me encantaría.
Fuimos nuevamente a la habitación. Me dio un empujón y me caí a la cama de espaldas, agarró un preservativo de la mesita de noche, se me puso arriba, empezó a frotar mi pene por encima del bóxer con su vagina desnuda con movimientos lentos, después de unos minutos, notó que estaba suficientemente firme, me bajó el calzón, y dijo:
—Qué increíble, boludo.
—¿Qué? ¿Qué pasa?
—Ni mi ex pareja la tenía así de grande. Bah, ni mi primer novio.
—¿Me estás jodiendo?
—No, te juro.
—Bueno, eso ya es algo.
Eso me subió un montonazo la autoestima. Sentí que fue muy sincera conmigo, por la mirada y la seriedad con la que lo dijo.
Mordió el envoltorio del forro, lo abrió y me lo puso.
—Vos relajate, tranquilo, espetó suavemente.
—Yo estoy tranquilo.
—Te noto un poco nervioso.
—No, para nada.
Debo admitir que sí estaba nervioso, porque no sabía si me iba a gustar o no. Y tampoco tenía en cuenta si le ...
... iría a gustar a ella.
—Bueno. ¿Querés hacer cabalgata?
—Soy tuyo por esta noche, podés hacerme lo que quieras.
—No te olvides de que yo también soy tuya, bebé.
Y me empezó a montar. Después de este encuentro sexual con ésta mujer me gusta, en cierta medida, sentirme sumiso. Me agarraba de las manos y me las apretaba con un poco de fuerza sobre el respaldo de la cama, estaba a su merced. Subía y bajaba. Escuchaba como sus nalgas chocaban contra mis muslos. Yo gemía por la satisfacción que me daba, ella también. A veces paraba para darme besos en el pecho o en la boca, pero la dejaba adentro, eso me encantaba porque hacía presión. Subía la intensidad o la disminuía, depende de cuanto estuviera gimiendo. "Esto es terrible. Alto animal tenés entre las piernas, amor", dijo a la par que gemía. Cuando me dejaba libre y me soltaba, ponía mis manos en su cintura y ella ponía las suyas en mi pecho y me rasguñaba, lo más raro es que no me dolía porque estaba tan concentrado en mirarla, que ni me daba cuenta de lo que hacía con mi cuerpo. En todo momento hacíamos contacto visual. Se movía con una intensidad, ángulo, ritmo, fuerza y velocidad que me fascinaba. En un momento se detuvo y me dijo: "Quedáte adentro mío, quiero sentirte más". Después de unos minutos de estar acariciándonos, con su pecho casi pegado al mío, le rogué: "Seguí, por favor te lo pido. Lo estabas haciendo genial".
Me gusta la pose de ´Cabalgata´ como lo llama ella, porque ahí la mujer tiene el control ...