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El Auditor
Fecha: 15/06/2017, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... apretaba mis nalgas contra su verga que ya me había indicado que estaba bien erecta y dispuesta a cogerme si yo se lo permitía. Entonces me separé de él y le dije que mejor no, encaminándome a la puerta, pero este fue tras de mi y me tomo por la cintura con suavidad pero agarrándome con fuerza e iniciando unos candentes besos por mi cuello que me hicieron detenerme. Yo sentía como la dureza de su verga se rosaba contra mis nalgas mientras sus manos sus manos alzaban mi falda y se metían en mi entrepierna masturbándome deliciosamente. Yo quise quitársela porque el placer que experimenté estando así me asaltó muy deprisa y lo sentí muy fuerte y sabroso. Vamos. Tú deseas esto tanto como yo, dijo él con la voz ronca por la pasión sin dejar de besarme. Continuemos lo que apenas iniciamos Fiangela. Entonces yo me volví y él me condujo hasta el escritorio. Allí me acorraló con un ardiente beso que no me fue posible rechazar ya que a pesar de que lo empujaba pretendiendo apartarlo de mi, el deseo me ganó además de su fuerza de hombre que me dejaba inmóvil. Después abrió mi blusa y bajó mi sostén palpándome mis pechos que lo recibieron palpitando de ganas. Su boca chupaba mis pechos ardorosamente y me decía cosas picantes que incitaban mi deseo. Y me descansó sobre el escritorio intentando abrir mis piernas, rasgó la tela de mis tangas y de un tirón esta se partió luego siguió metiendo la mano en medio y dándome dedo sin vacilación. Eso me trastornó y no ...
... se que pasó conmigo ya que al cabo de unos minutos yo que me estuve negando todo el tiempo, pero en cuanto su mano se metió bajo mi falda y acarició mi sexo húmedo de forma experta, mi clítoris respondió de inmediato aquel roce erótico y mi cuerpo y mente fueron dejando de un lado mi negación y aquellos prejuicios absurdos que siempre andaban rondando mi cabecita. En un momento me abrí de piernas y deje que me penetrara como había estado pretendiendo desde hacia un buen rato y este termino hundiéndose en mí con tanta necesidad que me hizo gritar más de satisfacción que por la sorpresa de su brusquedad. Imagine que eras así de caliente desde que nos presentaron y es que una mujer con una boca y unos ojos como tu no puede ser de otra manera, me dijo extasiado. Entonces prosiguió embistiendo dentro de mí con violencia sin dejar de mirar mis ojos, sosteniendo mis caderas con fuerza. Todo mi cuerpo se movía y mi cabeza chocaba con las cosas sobre el escritorio. Sus facciones deformadas por la furia de su necesidad sexual me volvían loca e incrementaban el placer que me estaba dando cada vez que embestía dentro de mí. Y yo solo le abría mis piernas totalmente como pretendiendo que este se metiera dentro de mi y sentí como tocaba mi punto G satisfactoriamente con aquella verga maciza y caliente. Oh que apretadita y rica concha mami. Como me gusta clavártela así, decía embistiéndome sin piedad pero yo estaba sintiendo tan rico que no me importaba que me matara dándome ...