Esta es la continuación de la parte uno del relato titulado El Ladrón. Si bien no tenía claro en un principio por dónde quería llevar la historia, mi fantasía y deseos la han encaminado a lo que leerán a continuación. Espero sea de su agrado.
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Me despertó el sonido del tráfico de la mañana. Por un instante no fui consciente de dónde me encontraba, o qué había sucedido. Fue hasta que sentí el dolor de mi culo que recordé la noche anterior. Miré a la cama y efectivamente, ahí estaba el ladrón profundamente dormido, con su cuerpo glorioso al desnudo, y a un costado, la foto de mis padres.
Tomé la foto, la limpié y mientras lo hacía, me vino a la mente lo sucedido y en un instante estaba con la verga parada. Estuve tentado a tocarme, pero me acordé lo que me había dicho el ladrón y decidí no jugar con mi suerte. Tomé una ducha con agua fría, me sequé y así desnudo bajé a la cocina para preparar algo de desayunar. La verdad es que no tenía mucha hambre, pero ya estaba ahí, así que decidí preparar algo para el ladrón.
No quería intimar más con él, deseaba terminar las cosas los más pronto posible, nada bueno podría salir de esto, pero al menos deseaba conocer su nombre. Subí las escaleras con el desayuno y vi que ya estaba despierto, estaba recargado sobre la cabecera de la cama y tan solo de verlo me puse nervioso. Era increíble lo intimidado que me hacía sentir.
“Te traje algo de desayunar” le dije de manera dubitativa.
Él me miró. En la luz de la ...
... mañana podía apreciar más su rostro. No era muy guapo, pero sí varonil y tenía el semblante de una persona que va por la vida dominando.
“Excelente, muero de hambre y no me gusta esperar.” Me contestó. Su respuesta me pareció un poco grosera pero no dije nada al respecto, solo le entregué lo que le había preparado y sin darme tiempo a pensarlo, le pregunté.
“A todo esto, no sé cómo te llamas…”
“Me llamo Alan” me contestó. Yo pensé en responderle presentándome.
“Yo me llamo…”, me interrumpió a media frase y me dijo.
“Ya sé como te llamas, Diana.”
Yo no supe como reaccionar, no sé a qué se refería. Le iba a corregir, pero antes de que pudiera decir nada, él habló.
“Mira, mientras estés conmigo tú eres Diana, tú eres mi perra y no me importa nada más de lo que pienses”.
“Creo que estás interpretando la cosas mal…” Le dije intentando razonar con él.
“Yo creo que no, por qué no vienes aquí a mi lado a ver esto” Me dijo mientras buscaba algo en su celular.
Me subí a la cama a su lado y cuando vi su pija, aunque estaba dormida, me excité mucho al recordarla dentro de mí.
“Ven, acércate” me dice.
Yo no sabía qué era lo que quería enseñarme, pero me acerqué de manera que su celular quedó en el campo de visión de ambos. Una vez más me quedé helado. En la pantalla del celular estaba yo, con la verga de Alan ensartada en mi culo, mi mirada hacia la foto de mis padres y se me escuchaba decir como iba a convertirme en la mejor puta del mundo. ...