Cuando Mami terminó de mear, las nenas querían subirse sobre mí para hacerlo.
-¡No, no! ¡Dejen a papi! ¡Tiene que ir a trabajar!
-Y además…, vos, Clarisa, vendrás a casa. ¿Estamos? – Se lo dije para que no tuviera dudas.
-¡Sí! ¡Claro! ¡Todo lo que quieras!
-Ahora voy a trabajar. Te espero luego.
Y me fui tan rápido como pude. No quería que me agarraran para ningún jueguito más. Me bañé, me vestí y fui a las obras. A eso de las dos de la tarde, estaba en casa. Había comido algo en un bar y me acosté. Quería estar bien en forma para Clarisa. Se lo merecía. Además se notaba tan caliente, con tantas ganas, que no quería fallarle. Habré dormido unas dos horas. Me levanté, me bañé y me tomé un pocillo de café. Me puse a mirar planos y documentos hasta que viniera la nena. Siempre me avisan antes.
A las siete en punto sonó el teléfono. Clarisa no quería perder ni un minuto. Me preparé. Me puse los pantalones con el elástico en la cintura, y me hice una buena paja, hasta que escuché los golpecitos en la puerta. Con el pantalón fácil de bajar, la pija en condiciones de ser mamada inmediatamente, y una calentura de órdago fui a la puerta.
-¡Papito! ¡Qué ganas que tengo! – La nena había olvidado el “consejo” que les di: no hagan exclamaciones que el vecino pueda oír… Clarisa no perdió un segundo. Me bajó los pantalones y empezó a mamar. - ¡Qué linda la tenés! ¡Me voy a tragar hasta los huevos! ¡Jajaja!
No podía moverme. Quería sentarme en el sofá, para estar más cómodo, pero ...
... la nena no me dejaba mover. Tenía la pija en el fondo de la garganta, y me tomaba de los glúteos, apretándome contra sí. Se autocogía con mi pija. Entraba y salía…, chupaba, lamía, besaba, llegaba a los testículos y los chupaba uno por vez dentro de la boca.
-Mi amor…, tesoro… Vamos a la cama. Quiero besarte la conchita.
-Si, lo sé. Pero me gusta tanto mamártela…, y tenía tantas ganas. Tenés la pija más linda del mundo…
-¿Por qué? ¿Conocés muchas?
-Bueno…, yo… algunas…, pero Mami conoce cientos…, o miles…, y ella también dice que es la más linda del mundo… No me hagás hablar que quiero chupar… ¡Uumm! ¡Uummmmm! ¡Me gusta tanto!
-¡Jajaja! ¡No demasiado! ¡No quiero acabar!
-No importa. Esperaré luego. ¡Uumm! ¡Uummmmm! ¡Total lo harás en mi boca! Pero…, te apreto bien acá, y sé que se demora… ¡Aaaaahhh! ¡Aaaaahhh! ¡Hummm! – Y Clarisa seguía chupando.
No me quedaba otra que acariciarle las tetas. Otra cosa no podía hacer, dado que estaba de cuclillas frente mío. No llegaba a la concha ni al culo con los dedos…
-¡Si, nena, por favoooor! – Yo no aguantaba más… ¡No quería acabar tan pronto!
-Vamos papito…, pero chupame bieeennn, bieeennn… ¡Jajaja!
Me agarró de la pija y me “arrastró” a la cama. Se iba a sentar en el borde. La hice acostar. Yo no quería estar arrodillado en el piso. Me agaché en su entrepierna, y fui con los labios y la lengua al interior de los muslos. Uno y otro. Lamí el monte de venus, enredé la lengua en sus suaves pendejos enrulados… Fui a los labios ...