1. Leo


    Fecha: 20/08/2018, Categorías: Hetero Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos

    ... estaba puesta y Antón había dejado la cesta del pan en la mesa; iba a sentarse para empezar a comer.
    
    - Siéntate ¡por favor!, estás en tu casa
    
    - Pero no llegó a hacerlo, se dio la vuelta y cogió el mono de trabajo que había dejado en una de las sillas y de uno de los bolsillos saco su comunicador.
    
    - ¡Oye, Joakín ¿puedes ponerme con el encargado? es que no voy a poder ir esta tarde, me ha llamado mi mujer y…
    
    Ha girado la cabeza y me sonríe.
    
    - ¿Encargado? Soy Antón necesito la tarde libre ¿puede ser? ¡muchas gracias, jefe!
    
    Leo, me dijiste ¿no?
    
    - ¿Que como me llamo? si, Leo
    
    - Quiero disculparme contigo, Leo; acabo de darme cuenta que desde que entraste en esta casa estoy casi desnudo, y creo que no son formas ¡discúlpame, por favor! pero, es que estoy acostumbrado a estar solo durante la semana y me gusta estar cómodo.
    
    - No, no ¿si así estás cómodo? por mi no lo hagas.
    
    - Entonces ¿le metemos mano a las albóndigas?
    
    - ¡Claro!
    
    Ahora, ya, si que me había puesto al descubierto.
    
    -¡Joder! ¿las albóndigas las has hecho tú? ¡están riquísimas!
    
    Me había apropiado de la silla en que Antón iba a sentarse antes de llamar al encargado; y ahora estaba sentado frente a mi, en el sofá; abierto de piernas y mostrando la más excitante entrepierna que he visto nunca.
    
    - ¿Te importa que llame a Ronald, para que venga a tomar café con nosotros? siempre que como en casa le llamo para tomar café.
    
    Esto me sorprendió mucho, no podía imaginar que el jubilado y ...
    ... Antón tuvieran ya esa confianza.
    
    -Fíjate que a mí nunca se me ocurrió invitar a tomar café a ningún vecino, pero ¡claro por supuesto! encantado
    
    - Estuvo ayudándome con la mudanza cuando llegué, y desde ese día solemos tomar café juntos cuando como en casa; es el único vecino que conozco ¡hasta hoy, espero!
    
    Se levantó y cogiendo el comunicador empezó a pasear tranquilamente delante de mí mientras hablaba con Ronald.
    
    Realmente me ponía muy burro verle en calzoncillos y tan mano. No era muy alto, yo calculo que mas o menos rondaba el uno ochenta, quizás un poco menos unos brazos bien esculpidos y fuertes, en un torso trigueño, envidiable; con algunos pelillos a modo de pelusilla, rubios, sobre el pecho y bajando hacía el ombligo para continuar bajando hasta introducirse bajo esos calzoncillos blancos, que se transparentaban un poco, sobre todo en la parte trasera, en la que se podía percibir con claridad la raja de un imponente culo; duro y esponjoso, al menos en apariencia, y de un contorno admirable. Las piernas eran poderosas, pero sin abusar; bien esculpidas también mostrando la misma pelusilla rubia que la que poseía el pecho y los brazos, y un poco más acusada, detrás y en el interior de los muslos, según se acercaba al culo.
    
    Parece ser que Ronald había aceptado y bajaría a tomar café con nosotros, pero no oí en ningún momento que Antón mencionara mi nombre.
    
    Apenas dos o tres minutos y sonó el timbre de la puerta.
    
    - ¡Pasa, Ronald!
    
    - ¡Hombre Leo, me ...