Amante a Los líos
Fecha: 21/07/2018,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: wastedLalo, Fuente: SexoSinTabues
... espaldas, levanto brazos y piernas, los dejo caer, ligeramente hacia fuera, doblados por codos y rodillas y separo los muslos. La blanca mano de la señorita Kim desciende del brazo del sofá y va a posarse sobre mis anillados genitales. El dolor es extremo cuando percibo el contacto de su mano sobre mi hinchado miembro. Los dedos de nacaradas uñas recién manicuradas se deslizan sobre la tersa piel de mis testículos. Los acaricia con las yemas de los dedos y luego les da un ligero apretón. —Duele perrito? — me pregunta cuando oye mi estremecimiento. Rápidamente doy dos ladridos breves que significa que no, que no me duele. Veo que asoma sobre el lado del sofá y me mira. Me sonríe y yo bajo los párpados, me está prohibido mirarla. No puedo verla pero intuyo que sigue mirándome, con esa sonrisa que me vuelve loco. Su mano se posa de nuevo sobre mis henchidos genitales. Esta vez las yemas de sus dedos rozan mi amoratado glande que continuamente va expulsando gotitas de líquido preseminal. Apoya la yema del pulgar en el agujero del glande y cuando la retira un hilillo seminal la sigue. Kim se ríe. —Qué es esto, cochino? — me pregunta seria. Comienzo a gemir. Emito unos patéticos sonidos a medio camino entre el gruñido y el llanto. No puedo hablar por tanto debo transmitirle pesar, angustia, miedo. —Sabes que lo tienes prohibido. Si mamá se entera te castigará. Vaya, vaya, así que lo que buscas es que te castiguen, es eso, no? — pregunta en un tono casi infantil. Redoblo mi ...
... patético ulular. Tengo que mostrar terror. La mano de la señorita Kim se posa sobre mis doloridos genitales y me los amasa, lo que me incita a generar más cantidad de ese líquido transparente y pegajoso que brota de la punta de mi miembro. Ahora el terror es mucho mayor. Si sigue así eyacularé y salvo orden expresa de alguna de mis amas me está terminantemente prohibido vaciar mis testículos. Ningún fluido puede salir de mi cuerpo sin la pertinente autorización. La señorita Kim sigue amasándome los genitales con gran dulzura y mis lamentos crecen en intensidad. Ella ríe. En el último momento, cuando estoy a punto de llegar a la explosión retira su suave mano. Jadeo. Estoy sudando. La señorita Kim arroja la revista al suelo, se calza los zapatos y se va. Recupero mi posición de espera. La señora Cardi, la matriarca, la gran señora, gusta de sacarme a pasear. Une una corta correa a una de las anillas de mi dogal y el otro extremo lo ata a su tobillo, lo que me obliga a gatear con la cara pegada a sus pies. En ocasiones me une las muñequeras a mi espalda con lo que seguirla se convierte en una tortura. En estos momentos la sigo por el sendero que lleva a uno de los campos de algodón que tienen en su vasto jardín con el único objeto de divertirse viendo el trabajo que deben realizar los esclavos-animal. El ama Cardi siente un placer especial al contemplar el esfuerzo de esclavos tirando de arados o carretas cargadas. La acompaña su nieta Indy, la más pequeña, hija de la señora Laura La ...