Un viaje para toda la vida
Fecha: 24/07/2017,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... quería convencerme para que le diera el sí. En realidad lo hubiera hecho, estuve a punto, pero descubrí que el muy canalla me engañó con una infelíz que lo perseguía de mucho tiempo atrás; quizá ella lo provocó y el idiota solo cedió (es lo más probable), no lo he averiguado nunca y no me importó nada más; fue suficiente motivo para impedir que se apodere de mi cuerpo en ese momento.
Decidí vengarme, deseaba hacer el amor con él y lo iba a hacer de todos modos, porque a pesar de todo lo quería; pero si yo no había sido su primera mujer, él tampoco sería el que me goce primero.
Ya para entonces muchos hombres, amigos de mi salón, me andaban rondando. En nuestras fiestas, llenas de cerveza y pisco, más de uno se me había mandado. Algunos lo hacían con delicadeza, poemas y canciones que aludían a mis ojos, mi sonrisa o mi morena piel; otros, preferían la lascivia, palabras ardientes y manos imprudentes que buscaban mis piernas gruesas o el culo grande y redondito que muevo con gracia y que tanto gusta a nuestros hombres peruanos. Sabía además, por dicho de algunas amigas, que varios apostaban a ver quien era el primero que se acostaba conmigo, cosa que a mi me exitaba sobremanera.
Yo siempre guardaba las formas por respeto a mi enamorado (que nunca asistía a nuestras reuniones, por ser de otro año de estudios); luego de enterarme de su traición, cambié mi actitud para con mis amigos, sonreía con picardía ante sus palabras e incluso, ayudada por los tragos, dejaba que ...
... un par de ellos (dos amigos inseparables) disfrutaran de ciertas libertades en mi cuerpo cada vez que bailaba con alguno; yo también disfrutaba del contacto que me permitía sentir el calor enorme de esas entrepiernas, que prácticamente se amarraban con la mía, mientras una mano se posaban un poco más allá de donde la espalda cambia de nombre. De no ser por mis prudentes amigas, siempre atentas para llevarme a casa, seguro que en alguna de esas fiestas hubiese quedado mi virginidad, que cada día me estorbaba más.
Me he dilatado en pormenores, pero quería que supieran como llegaba a aquel viaje, herida por mi enamorado y con más ansias de sexo que nunca en la vida. No sabía a cual de los pretendientes le daría el premio que anhelaban; ambos eran buenos cueros. También pensé en la posibilidad de acostarme con algún turista (en Cuzco abundan), ya que mi tipo, caderona y de piel morena, les ha resultado siempre exótico y atractivo a los gringos.
Para llegar a Cuzco y pagar la inscripción en el congreso todos hicimos un esfuerzo económico, aunque algunos teníamos recursos, en colectivo acordamos que nadie debía separarse el grupo por gozar de sus ventajas económicas, nada de mejores hospedajes para algunos, o mejores comidas. Así que los delegados se las ingeniaron para que podamos pasar toda la semana con las mayores comodidades posibles, a un costo mínimo, en un club deportivo, del cual ocupamos dos grandes pabellones (uno para hombres y otro para mujeres). Lo malo es que, ...