Mi grisáceo perro me hizo su perra Alfa - Relatos Eróticos

Mi grisáceo perro me hizo su perra Alfa

Hola a todas/todos, espero que estéis bien, aquí me encuentro maravillosamente bien. Soy Lori,  una persona con un grado de magnetismo e irresistibilidad notoria que no pasa desapercibido allá por donde vaya con miradas que te dicen que quieren comerte y besarte. De estar leyendo relatos zoo, me dije, ¿Porqué no dejar mi grano de arena?

A diferencia de las muchas peticiones que suelen hacerse a chicas curiosas para que se inicien o al menos, curiosear, incluso a día de hoy, sigue sorprendiendo el que sigan esos impulsos de instintos salvajes Zoo; en los hombres algo bisex o travestis no está muy bien contemplado, ni es tanta gana a como a una mujer el que se enloquezcan. De todas formas, e independientemente de que me enamoré de algunas chicas y tuviera novias, dejaré mi grano de arena para quién le guste leer, y disfrutar tal como lo viví por entonces.

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Mis inicios en la Zoofilia, se remontan en el año 2006-2007, aproximadamente. Por esos años, ya estaba en adolescencia tirando a ser adulto con casi 17 años, para ser todo un hombre con 18.

De navegar por internet con mi torre Ordenador, pues di con el Zoo, solía curiosear vídeos, pero más que eso, dialogar en una web llamada club Zoofilia donde pues había un Xat de Mundo Xat. 

Allí conocí a algunas señoritas simpáticas, algunas parejas de mi país, pero nunca en real nada concreto, solo socializar en el Xat, y por skype con quiénes ya tenía un grado de confianza ...

... con bien de tiempo proyectado.

Vayamos al relato: 

Una tarde, de estar paseando a mi perro mestizo, llamado Beltza, se me ocurrió la locura de entregarme a él como mi maestro, y desde ahí planee donde sería y cómo sería tal encuentro.

Al regresar a casa, preparé la mochila con una falda estampada de algunas flores con matices marrones, que saqué del cajón de Madre, unas botas en punta a juego,. De avisar a mi madre que regresaría pronto, salí con decisión junto a mi futuro Maestro, el cual, no sabía que iba a pasar una velada exploratoria. Me dirigí al paseo de detrás de mí casa, el cuál es un camino con terrenos de árboles, un río, y huertas que conectaban con bifurcación a otros caminos.

Al llegar a la vía del tren, lo cruzamos sin ningún incidente, ni peligro de que llegase ninguno, desde ahí llegamos al lugar perfecto, una fábrica abandonada con acceso a varios pisos por medio de escaleras. El edifico estaba a medio tirar, pero se conservaba junto a decoraciones se graffiti. Empezamos a subir por las escaleras, hasta llegar al último piso, me paré y quité el pantalón, enseñando mi falda y botas. Beltza! Ya verás lo que te tengo preparado! La situación de verme más afeminado me excitaba, el bulto de la entrepierna poco a poco se notaba. Seguimos por un pasillo donde, tanto a la izquierda como a la derecha, había habitaciones en desuso, por supuesto, también había algo a olor rancio y húmedad, pero había frescura, era excitante.

Finalmente, llegamos a una ...