1. Mi verano en Londres


    Fecha: 13/07/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... estaba poniendo todavía más cachondo, y la verdad es que el hecho de discutir me volvió a excitar. Cuando me fue a hablar otra vez, le tapé la boca con un dedo, y me puse de rodillas sobre el banco. Le invité a que me mamara el culo porque era justo. Entonces sentí su barba incipiente en mis carnes más sensibles, y su lengua acariciando mi esfínter. Joder, me estaba poniendo a cien otra vez!. Su lengua comenzó a penetrar dentro de mi, y pude sentir su calor como fuego. Estaba tan excitado y lubricado que su músculo bucal entró con facilidad, sin necesidad de que acompañara con los dedos. Aún así, me metió dos dedos al mismo tiempo. Entonces me di cuenta que eso es lo que realmente quería, que me la metiera hasta el fondo, que me follara con todas sus fuerzas. Pensaba en la preciosa polla de 18 cm. que había estado mamando anteriormente, y no podía dejar de imaginarla dentro de mí. Entonces, mi querido amigo Jose, como si me leyera el pensamiento, puso su glande en mi agujero. Entonces no pude evitar decirle –morezano macizo, demuéstrame que puedes hacerme gozar igual que antes- Entones me acarició el culo con las manos, como si de una afirmación se tratase. Se masturbó durante unos segundos, humedecíendose la polla con saliva, y de nuevo puso el capullo en agujero. Empezó a empujar lentamente, y ese fuego que sentí cuado me metía la lengua se multiplicó por mil. Esa extraña mezcla de dolor profundo y placer infinito era lo mejor que me había pasado en toda mi puta vida. ...
    ... Empecé a gemir como una puta maricona de placer, y mis ojos se volvieron cristalinos del placer que estaba sintiendo. Joder, que estaba llorando. Entonces empezó a sacarla lentamente, y cuando ya estaba a punto de salir, entró otra vez más deprisa, y sentí que mi vida empezaba otra vez. Cada vez fue follándome más y más rápido. Su respiración era rápida, casi gemía, sentía su sudor golpeando mi espalda, el movimiento producía un chasquido, que unido al sonido de sus huevos golpeando mi culo, me excitaba más todavía. El dolor ya había desaparecido desde hacía un rato, y ya solo podía sentir, sus manos apoyadas y pellizcándome la espalda. La barra de fuego taladrándome. No deseaba que acabara nunca. Su respiración era rapidísima. Y en el momento de máximo placer se corrió dentro de mí. Sentí el calor de su leche abrasándome, y cómo su polla palpitaba, echando de arrebato en arrebato cada vez más lefa. El movimiento iba cesando hasta que me la sacó completamente. Entonces se sentó en el banco, me di la vuelta, me senté sobre él, y le besé agarrándolo por el cuello, acariciando su pelo. En ese beso se fundieron el sudor de nuestras frentes, el sabor de mi propia lefa, que aun residía en su boca y un flujo de saliva incesante.
    
    Cinco minutos después nos levantamos y nos metimos en duchas separadas, para asearnos. Al fin y al cabo, se supone que él estaba trabajando, y yo no podía aparecer en casa con aquel aspecto de corrido. Mientras nos lavábamos me dijo que si conocía al chico ...
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