1. La Babysitter


    Fecha: 04/02/2022, Categorías: Zoofilia Tus Relatos Autor: BeastAlex, Fuente: drugsounds.ru

    Me encanta el verano por distintas razones. ¿Por qué? Porque hay menos tráfico, dan más ganas de salir, y me puedo poner ropa más cómoda. No entiendo a la gente que le gusta el invierno. A mí no me desagrada, es rico esconderse en la cama y pasar el fin de semana viendo películas, pero... ¿y la vida social? ¿Y tener que taparse hasta apenas poder moverse para no pasar frío? Me quedo con el calor, la ropa ligera y los piscosours.
    
    Javier me llamó hoy lunes  –Hola Andre, linda ¿Cómo está la mujer más sexy del planeta?
    –Ehmmm... Hola ¿Qué necesitas de la mujer más sexy del planeta? ¡Te caché!
    –Jeje, bueno sí, algo necesito, pero te prometo que te compensaré. Mira, tengo que viajar este fin de semana, y.. ¿Te acuerdas de mi bebé? Me pidió que fueras a darle de comer y regalonearlo esos dos días. Por favor dime que puedes...
    –Él te lo pidió ¿Cierto? Bueno, déjame pensarlo...
    –Mira, siéntete como en tu casa, come y bebe lo que te apetezca, ocupa la ducha, mi cama, lo que quieras.
    –Está bieeeeen, espero que se porte bien.
    –Él te adora
    
    A Hércules –el "bebé"– lo conocí hace un par de semanas cuando fui de visita a casa de Javier. Al principio impresiona de lo grande que és, pero nos hicimos amigos rápidamente. Es muy chistoso verlo pedir comida poniendo la cabeza sobre la mesa. ¡Su cabeza es más grande que la mía! Pero es muy cariñoso, y a pesar de su tamaño se comporta como un crío.
    
    Era sábado, así que aproveché de ir al gimnasio y después tomar rumbo a La Dehesa, ...
    ... donde vivía mi amigo. Era una casa hermosa, decorada con buen gusto y acogedora.  Hércules estaba en el patio, mirando impaciente a ver quién había entrado. Al verme, sus 80 kilos (o más) corrieron a recibirme. Creo que esa raza -mastín inglés o algo así me dijo Javier que era- es normalmente así de enorme. Tuve que hacer un esfuerzo para contener su efusividad y no caerme.
    
    Jugamos, o más bien él jugó conmigo, porque yo parecía una pelota cada vez que trataba de quitarme un muñeco con el que jugaba siempre. Y a cada rato me olfateaba la entrepierna, quizás dónde ando en mis días fértiles, o quizás solo porque es lo que hace normalmente. En cuanto le serví su almuerzo me eché en el sillón a descansar. Era un sillón muy bajo, pero muy cómodo y lindo, a tono con el resto de los muebles. Él parecía no haber comido en horas y después de tragarse la comida se echó un rato en el suelo. mirándome pendiente por si acaso fuera a jugar más con él. Ahí me di cuenta de que Javier no lo había castrado. Hizo lo que hacen los perros que mantienen esa parte de su cuerpo, lamérselo. –Oye! Cochino!– Le gritaba yo bromeando. Pero él me miraba, se lamía, me miraba, se lamía, y su miembro se dejaba ver varios centímetros fuera de esa funda que tiene. Lo miraba con curiosidad, porque nunca me había fijado con atención en el de los perros, y este -o lo que podía apreciarse de él- era bastante grueso, casi como el de un hombre. ¿Lo tendrá totalmente erguido? ¿Porqué se lo lamerá? ¿Se estará ...
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