1. Qué rica verga tienes, Papi


    Fecha: 08/07/2018, Categorías: Lesbianas Autor: Dulce Fuego, Fuente: CuentoRelatos

    ... profesor terminó estimulando mi ano metiéndome tres dedos y luego, insertó su verga en mi vagina, a penas el glande, pero me volvía loca de placer el hecho de sentirme sometida y siendo perforada por mis dos cavidades. Cuando hubo mojado la punta de su pene con mis fluídos vaginales, lo acercó a donde sus dedos masajeaban mi ano, haciendo que se dilatara. -Toma tus nalgas y ábrelas bien, voy a cogerte por el culo, perra-. Él me penetró de a poco, y en cada embestida que me daba, el miembro de mi maestro se iba metiendo cada vez más profundamente en mi ano, hasta que finalmente sentí sus testículos tocando mi vulva. Cuando tuve toda su verga adentro, el profesor tomó mis manos y las atrapó detrás de mi espalda con una sola mano, y con la otra, jaló del cinurón, haciendo que mi espalda se arqueara y comenzó a ensartarme su palo en el culo con violentos movimientos que me hacían llorar de dolor. En algún momento soltó mis manos y me dijo que me masturbara, cuando comencé a hacerlo, el dolor que su verga me provocaba, se convirtió en un intenso placer que expresé gimiendo y levantando el culo para recibir más verga.
    
    Una tibia oleada de líquido se regó por mi intestino y yo me estremecí aproximándome a mi clímax una vez más y como si el profesor adivinara que estaba por venirme, sacó su pene recién vaciado de mi ano y luego de hacer a un lado mi mano, lo insertó de un solo golpe en mi coño, yo quise protestar, por que me dio asco que me penetrara por la vagina luego de ...
    ... haberlo hecho por mi ano, pero otra vez fui derrotada por mi cuerpo, que explotó de gozo a la tercera o cuarta vez que el profesor me refundió su verga todavía dura.
    
    -Ya te puedes ir, puta. Pero antes déjame decirte que hay dos cámaras ocultas que han estado grabando todo este tiempo, así que ni pienses en decir algo allá afuera, por que el vídeo de lo que pasó aquí, respaldará mi versión de los hechos cuando yo alegue que te enfureciste cuando te di una sencilla pregunta de castigo por llegar tarde y luego de arrugar la hoja, inexplicablemente, te subiste la falda y te quitaste las bragas frente a mi y comenzaste a masturbarte para seducirme.
    
    Yo quedé impresionada y de un jalón al cinturón que todavía rodeaba mi cuello, el profesor me obligó a responderle -No diré nada, amo, se lo prometo-. A esas alturas, le había tomado gusto al juego de ser la esclava sexual de aquél hombre.
    
    -El próximo sábado te quiero aquí igual, con vestido, pero no te pongas bragas ¿está claro?
    
    -Sí, señor, sin bragas-. Y al decirlo, me pregunté cuál sería mi castigo si desobedecía, ahora estaba confundida, no sabía si quería o no ser castigada la próxima vez. Pero tendría tiempo para pensarlo.
    
    -Ahora vístete como una mujer descente y ponte la tanga. Y recuerda, ni una palabra.
    
    Hice a pie el camino de regreso a casa, con la cabeza hecha un lío y aunque tenía adolorido el ano y las nalgas, mi vagina estaba mojada sólo de recordar cómo había sido sometida hacía un momento. Entonces pensé que ...
«12...678...11»