Liliana y yo somos mejores amigas desde pequeñas, aún me acuerdo cuando jugábamos juntas corriendo por la escuela. Ella siempre ha sido mejor estudiante que yo, porque debo admitir que prefiero prestar atención a otras cosas... Soy muy guapa, aunque soy bajita mi piel color morena, mis labios carnosos, mis ojos felinos y mi gran cuerpo hacen que tenga muchas ofertas de hombres para salir, a pesar de ellos no he encontrado mucha diversión en estos encuentros, siempre es lo mismo, ellos solo llegan y te lo quieren meter... Pero eso es otra historia, como sea, Liliana como era buena estudiante se ganó una beca para irse a Estados Unidos, me alegré mucho por ella, pero mi amiga estaba renuente a irse por temor a que su madre se quedara sola. Liliana y su familia tienen mucho dinero, pero el padre es bastante ausente por temas de "negocios". Liliana no quería dejar sola a su madre, pero yo la convencí de que si se iba no dejaría sola a su mamá.
A regañadientes pero emocionada, Lili finalmente se fue. La acompañé al aeropuerto, nos prometimos seguir en contacto y la Vi marcharse. Acompañé a su madre a la gran casa en la que vivían, aunque también muy solitaria. La madre de Liliana, Rebeca una bellísima mujer de 45 años, me invitó a sentarme, suspiró resignada a su nueva soledad y comenzó a llorar.
–Discúlpame hija que me ponga tan sentimental...
–No se preocupe señora, yo entiendo .
Me acerque a ella y pase mi brazo por su espalda, reconfortandola como si yo fuera su hija. ...
... La mujer sollozaba fuertemente, mientras entre lágrimas y mocos me decía que ahora estaba más sola que nunca.
–No diga eso, señora. Le aseguro que vendré a visitarla para que no se sienta tan sola.
Rebeca al escuchar estas palabras se sorprendió y de repente se percató de las caricias que le hacía en la espalda. Me miró directamente a los ojos mientras el llanto se iba controlando.
–Te lo agradezco hija, pero... Estoy tan sola.
Yo empujé su cara a mi pecho, deje que se acurrucara en el y se tranquilizara. Sentía su respiración en mis dos pechos y algo empezó a pasar ahí. No sé si ella lo notó, pero con sus manos acaricio en círculos pequeñitos mi pecho, mientras seguía lagrimeando.
–Ay señora.
Dije empezando a excitarme. Ella se detuvo, levantó su rostro de mi pecho, yo quité las lágrimas que corrían aún por sus mejillas suavemente con mis manos. Me acerqué a daré un beso en la mejilla para empezar a retirarme, pero ella muy rápidamente guió mi cara directo a su boca.
Rebeca empezó a besarme, de repente olvidó la tristeza que tenía por la partida de su hija, me besaba mientras acariciaba los pechos que a había encargado de poner erectos para ella. Mientras hacía eso, escuché cómo suspiraba visiblemente excitada.
–Estoy tan sola–dijo en mi cuello. Yo me acordé que era la mamá de mi amiga y la retiré de mis labios.
–S-señora, usted es la mamá de mi amiga.
Rebeca me miró con sorpresa, asintió y se alejó un poco. Sentí cómo sus manos se posaban en mis muslos, movía ...