1. UNA NUEVA AURORA: La primera sumisión.


    Fecha: 30/06/2018, Categorías: Dominación / BDSM Hardcore, Tabú Autor: ibero, Fuente: xHamster

    ... las palabras de su Señor y murmurándolas, otra vez, comenzó a ejecutar su letanía. “Las primeras tres vueltas hacia el interior, como poco, luego hacia el exterior y todas tienen que estar pegadas las unas a las otras hasta acabar la cuerda, pudiéndose atar los dos extremos”. Con las tres primeras vueltas de cuerda envolviendo su pecho, paró, se quedó mirándolo y supo ya el por qué su maestro la ordenó hacerlo así, notó como estas fueron recogiendo toda la piel de alrededor de la base su pecho, haciendo que pareciese un poco más grande y que colgara un poco más. Siguió hacia el exterior, con las vueltas de cuerda pegadas. Notaba cómo con cada vuelta, aún sin apretar mucho, la masa interior de su pecho se iba desplazando hacia fuera, haciendo que esta se comprimiese y su piel se fuera estirando, hasta quedar tensa y tersa. Ahora su pecho estaba oprimido bajo la cuerda, estirado y apretado desde su base, terminaba en una bola dura y suave que no se cansaba de tocar, y un pezón también duro, excitado por esas nuevas sensaciones que estaba viviendo y por su perversa imaginación. Aún así la hubiera gustado apretar un poco más la cuerda, notar cómo esa cuerda de esparto, dura y áspera, tan basta, mordía más fuerte su suave y lechosa piel estrangulando mucho más su seno. Estaba como hipnotizada, no podía apartar la mirada del reflejo de su pecho recién atado, así como tampoco podía dejar de tocarlo imaginando cómo sería si los pelos de esa misma cuerda, que parecían finos alambres, ...
    ... en verdad lo fueran y se estuvieran clavando en su carne, y todo hasta el límite de parecer que su piel se fuera a resquebrajar y su pezón estuviera a punto de saltar por los aires, como el botón de una blusa la cual quedase demasiado ceñida y no pudiera soportar más esa tensión. Pero no podía, su maestro se lo había dejado claro, ” no aprietes mucho la cuerda alrededor de tus senos, pues tendrás que llevarla durante bastante tiempo. Ten tacto y se prudente”. Sin duda la conocía muy bien. Ató los dos extremos e hizo lo mismo con su otro seno. Con los dos senos atados volvió a contemplarse en el espejo, no se cansaba de mirar y tocar su suave y estirada piel, de pasar sus dedos por sus erectos pezones, de observar como cedían, no sin esfuerzo, para volver rápidamente a su posición golpeando al siguiente dedo, haciendo vibrar las mismas manos que los acariciaban, de tal manera que repercutía en todo su cuerpo haciendo que se estremeciera de placer. Cogió un tarro de crema que tenía en uno de los cajones del tocador y comenzó a extenderla por sus senos, no pudo evitar cerrar los ojos y suspirar profundamente cuando notó el contacto de la fría crema en la tirante y caliente piel de sus pechos. Las palmas de sus manos recorrían cada centímetro cuadrado de esa estirada y necesitada piel, extendiendo por ellos la tan ansiada crema, pues según la extendía sobre su ardientes pechos era fundida, haciendo más fácil que su necesitada y sedienta piel la absorbiera ansiosa. Con la piel de ...