1. Todo por una infección de orina


    Fecha: 27/06/2018, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Siles7, Fuente: CuentoRelatos

    ... apenas tendrá que andar, iría en algún tipo de transporte hasta el hospital. Judith salió tan apresurada de su habitación que no vio que se había dejado el móvil en la mesita de noche.
    
    Era la típica hora punta de las mañanas. Judith vio acercarse el autobús que le llevaba al centro, pero estaba tan abarrotado que se dio cuenta de que no podría sentarse, lo cual era una desventaja. Si podía sentarse notaría menos el picor. Por tanto decidió recurrir a un taxi, que solían circular libres por la ciudad durante todo el día. Sólo tuvo que esperar tres minutos hasta que pasó uno con la luz verde indicando “FREE”. Levantó la mano para que se detuviese y se acercó a la ventanilla del taxi. El taxista era un hombre grandote, de unos 40 años, negro y con gafas de sol. Judith explicó en inglés que quería ir al hospital con cierta urgencia y se montó junto a él.
    
    Si el taxista no llevara gafas de sol, la chica hubiese podido ver que había lanzado una lujuriosa mirada a todas las partes del cuerpo de Judith. El pobre hombre llevaba mucho calor y era la primera chica cachonda que montaba en su coche en varios días. Sin que la inocente chica se diese cuenta, cogió la licencia que llevaba expuesta al público y la escondió debajo del asiento. Ella no iba muy atenta a lo que ocurría a su alrededor, parecía tener mala cara y cerraba los ojos, como si le doliese algo. Después de todo, quería ir al hospital, recordó.
    
    El taxi arrancó en dirección al centro. Judith no hablaba nada. Casi en ...
    ... cada calle el taxista aprovechaba para mirar los potentes muslos de la cliente que iba a su lado y no podía más, en cualquier momento iba a desarrollar una erección de caballo. Necesitaba montar a esa preciosidad extranjera.
    
    Llegar al hospital no le llevó más de siete minutos. El hospital estaba abarrotado como casi todos los días, pero disponía de un parking subterráneo libre a clientes. El taxista le comentó a Judith que podía dejarle debajo y coger directamente el ascensor a planta, que era considerablemente más rápido que la entrada principal. Judith aceptó y el taxista no comprendió cómo ella se podía creer semejante mentira. El coche bajó la cuesta y se metió en el parking. No había mucho sitio en la primera planta, pero en las siguientes había algún hueco. Sorprendentemente el taxi bajó hasta la cuarta, donde estaba casi todo vacío.
    
    A Judith le parecía raro bajar hasta tan abajo, que además estaba desierto, pero no iba a contradecirle. El taxi aparcó en un lugar bastante recóndito del parking, entre dos columnas y una pared que era difícil de ver desde otro sitio. El taxímetro con el coche detenido marcaba 7,62 libras, que a la chica le pareció caro pero no quería perder tiempo protestando debido a su estado. Sin embargo, al tenderle el dinero al taxista, este no parecía tener mucha prisa en coger el dinero y dejarla salir.
    
    El conductor negro había preparado la violación de la extranjera a la perfección. Con un ademán apartó el dinero de su vista y con la otra ...
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