1. Memorias inolvidables (Cap 9): Comprometidos hasta la muerte


    Fecha: 22/03/2023, Categorías: Gays Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... vámonos, —acepté de buen grado.
    
    Sacó el coche y nos encaminamos hacia La Punta. Entramos en el sauna y lo primero fue desvestirnos y tomar la toalla preparada. Había en varios lugares preservativos como en este tipo de saunas y nos fuimos directamente al jacuzzi que es enorme y el agua brota agradable y tibia por todas partes. Al lado está la de agua fría para quien necesite esos contrastes, para los que vamos a calentarnos, no hace falta el agua fría, de momento. Estaba todo tranquilo. Salimos del sauna y nos envolvimos nuestras toalla para irnos a la sauna húmeda.
    
    Nos mirábamos con ganas pero como que faltaba motivación y decisión. Yo me tocaba mi polla, pero muy superficialmente. Así que después de quedar totalmente sudado, necesitaba más calor. Me levanté, me envolví con la talla y les dije:
    
    — Voy a la sauna seca, allí os espero.
    
    — Ya vamos, dijo Eduardo.
    
    Eduardo quería ver si José se animaba a algo al quedar solo, pero tampoco. No hubo manera, según me contaron más tarde cuando nos recordábamos todos los momentos.
    
    Salí y me pasé a la sauna seca. Estaba vacía y me senté en la esquina, en el escalón alto. No me saqué la toalla por si venía algún desagradable que no se viera fácilmente invitado. Por encima de la toalla, me iba aliviando ese pequeño y agradable escozor de la punta del pene. No tardó en llegar Eduardo que se sentó en la otra esquina, a mi nivel y me miraba sonriendo, lo que yo entendí que tendríamos que follarnos entre nosotros, porque ...
    ... aquello parecía muy muerto ese día. Estando yo en estos pensamientos y mirando cómo Eduardo se manejaba su polla por encima de la toalla y pareciéndome tan tentado, que entró José. Se sentó entre los dos al centro del escalón pero en el de abajo. Sonreía como si fuera un extraño y reclamando acción por parte nuestra, doblaba todo su cuerpo para mirar atrás hacia Eduardo y alternaba para mirarme a mí, mientras se masajeaba su polla. Como que ninguno de los tres nos estábamos animando con las ganas que teníamos de que surgiera algo.
    
    Pasó un rato no muy largo y entró un tío envuelto con la toalla, pasó por delante de José y se subió el escalón, abrió su toalla, la tiró al escalón y se sentó. ¡Qué polla! ¡La puta madre que lo parió! Esa sí sabía hacer hijos con polla, además bonita, largo y gruesa, unos 27 cm seguro —y os diré más tarde por qué lo sé—. Se sentó de modo que su brazo tocaba el mío y su rodilla derecha tocaba mi muslo. Se masajeó su polla un par de veces y me abrió la toalla, como quien dice «aquí se viene a lo que se viene y lo demás son jilipolladas». Me tocó la polla, no me dijo nada, me la masajeó un momento, para ponérsela a su gusto al parecer y se agachó, acercó su boca y se puso a mamármela fenomenal y a darme incesante gustazo. No sufrí mucho la tentación y quise acariciar aquella polla enorme y se la masajeaba. Por encima de su espalda podía ver la reacción de Eduardo y José, se miraron un momento y Eduardo se bajó del escalaron superior y se puso a mamarle ...
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