... bailando toda la noche.
Salí de la floristería con las flores, las metí en el coche y me dirigí a casa. Entonces me di cuenta de que había un coche aparcado junto al frente de mi casa, pensé que podría ser un mensajero que estuviera entregando algún paquete por las casas de alrededor o que tal vez uno de los vecinos tenía familiares o amigos de visita, ya que no reconocía el coche, pasé de largo hasta la rotonda y di la vuelta para estacionarme delante de mi casa, junto a mi acera. Llegué intrigado y aparqué, en un espacio que había como 10 metros adelante.
Al bajar del coche con el ramo en la mano y caminando por la acera, miré y vi que el auto de mi esposa estaba estacionado en su lugar habitual, luego estaba en casa. A la vez miré a las ventanas y noté que las cortinas del salón estaban cerradas, lo cual era inusual para esa hora del día.
Al entrar en la casa supe inmediatamente que algo andaba mal, había un par de botas de hombre en el pasillo y no eran mías, también oí un gemido bajo y un gruñido, los pelos de la nuca se me erizaron. Dejé las flores en la mesita del recibidor, mientras escuchaba unos genios raros.
Mariluz y yo solíamos ver porno juntos añadiendo algo a nuestras vidas sexuales, incluso me dijo que había aprendido mucho con un consolador que yo mismo le había comprado para cuando yo no estuviera en casa, mientras veía porno, pero esto era diferente, estos eran los sonidos inconfundibles de mi esposa teniendo sexo con otra persona y por los ...
... sonidos de ellos, él o ella tenía a mi esposa muy cerca del clímax.
La cólera y el miedo afloraron en mí al mismo tiempo. Me quedé allí casi atravesado por algo en mi pecho, como si fuera un sueño o no fuera real lo que escuchaba. Por un momento deseé irrumpir abruptamente y enfrentarme a ellos o a lo que fuera aquello, pero al mismo tiempo también pensaba en dar la vuelta y simplemente alejarme para no enterarme de nada que me pudiera perjudicar.
Llegué silenciosamente hasta la puerta de la sala de estar, con la mano extendida, empujé suave y silenciosamente la manilla hacia abajo, abrí la puerta lentamente y entré en el salón. Lo que vi allí cambió mi vida totalmente y para siempre, pero nunca pensé que sucedería en mi matrimonio nada de lo que estaba viendo.
Allí estaba, tumbada boca abajo y desnuda, apoyándose sobre la mesa de café, arrodillada en el suelo sobre una alfombra…, era Mariluz, mi esposa ya durante seis años, sus pechos aplastados contra el cristal, sus manos extendidas delante de ella, sosteniéndose de las patas opuestas de la mesa. Detrás de ella y inclinado por sus caderas y volcado encima de ella había un tipo medio moldeado, con el culo al aire y su espalda desnuda, su polla enterrada en lo más profundo del culo de mi esposa, follándosela con largos y lentos golpes. ¡¡La follaba por el culo!!
Mariluz y su amante estaban de cara a la pared opuesta de la puerta hacia otro lado de la puerta, ella mirando al suelo a través del cristal de la mesa y el ...