La vida de Sandra (Cap. 11) - Relatos Eróticos

La vida de Sandra (Cap. 11)

... día siguiente de haber presentado Sandra todos los exámenes sus esclavas secretamente acudieron nuevamente con la coordinadora para decirle que estaban contentas con su voluntaria cooperación, sin embargo esa vez le dejaron claro que deseaban mejores facilidades en la escuela para su Ama, la coordinadora por miedo de que le dejaran otro recordatorio solo agachó la cabeza y en un tono humilde respondió “hare lo que ustedes me ordenen, no hay problema”.

Las esclavas respondieron “buena chica, agradecemos su cooperación hacia Sandra, la coordinadora solo dijo “no se preocupen, yo les daré las preguntas exactas de cada uno de los exámenes de cada materia, las esclavas dijeron en tono irónico “gracias maestra es usted muy amable por cooperar”. Los privilegios hacia Sandra en la escuela se empezaron a hacer notar, además de tener siempre detrás de ella a su séquito de esclavas cuidándole siempre la espalda, empezó a tener privilegios como de aprobar materias a veces sin presentar los exámenes.

Sandra se percató que poco a poco su influencia dentro del campus se incrementaba al grado de que cuando no asistía a clase por algún motivo, las mismas maestras le llevaban hasta su casa las tareas que ...

... debía realizar y no afectar sus calificaciones. Pronto el poder de Sandra fue ilimitado hasta llegar el momento en que las mismas maestras seguían las ordenes de Sandra sin importar si era algo importante o únicamente era un capricho. La Sandra de carácter débil e inseguro había muerto.

Llegó el momento en que las mismas maestras se habían convertido en sus leales perras que usaba como sus choferes privados dándoles un horario advirtiéndoles que diario deseaba ver el auto impecable a lo cual las maestras ya estando domesticadas ya no contaban con voluntad propia como para para negarse a obedecer, mientras que en la escuela ahora eran ellas la que le debían ir a conseguir su lunch y llevárselo a diario mientras que sus otras esclavas una de ellas debía mantener fresca a su Ama abanicándola en los descansos mientras que las otras dos debían sobar sus pies o lustrarle los zapatos en caso de habérsele ensuciado, el poder que ahora gozaba Sandra ya no tenía precedente, cosa que ella deseaba, cosa que le era concedida al instante, se había vuelto prácticamente en la Emperatriz del campus. Pronto llegaría a superar a su propia Ama en el mismo reino en el que ella había sido reclutada meses atrás.