1. Femdom de cuarentena. De novio a esclavo en castidad (4)


    Fecha: 20/10/2022, Categorías: Dominación / BDSM Autor: iñigogom, Fuente: CuentoRelatos

    ... me dio aún más morbo y ganas de intentarlo de nuevo. Esta vez se hizo más fácil deslizarlo ya que estaba bien lubricado. El dildo llegó hasta el inicio de la garganta e hice lo que Nuria me había dicho. Conseguí meterla más, pero de nuevo me dio una arcada. Lo hice otras dos veces y las arcadas eran cada vez más fuertes, por lo que Nuria me hizo parar. Además, también había segregado mucha saliva. Nuria me dijo que la escupiera sobre su mano y así lo hizo. A continuación escupió ella también sobre su mano y me la restregó por mi cara. La sentí muy húmeda y sucia.
    
    -Nuestras salivas unidas en tu cara. ¿A que es romántico? Jajaja. Ahora, ponte en cuatro, que empieza lo bueno.
    
    De nuevo me fue metiendo dedos dentro. Primero uno, luego dos y finalmente cuatro. Después los quitó y me dijo que empezaría a meter el dildo. Sentí una presión muy grande en mi ano, y de la nada noté cómo se abría mucho. Me dolió muchísimo y así lo manifesté, gritando. Ella respondió sacándolo y volviéndolo a meter aún más lentamente. Una vez dentro, puso sus manos en mis caderas, y empezó a moverse rítmicamente. Al cabo de unos minutos de dolor intenso, me fui acostumbrando y mi ano empezó a dilatarse. Entonces empezó a moverse cada vez más rápido, aunque el dildo no lograba entrar más de la mitad de su extensión total. No me daba mucho placer el tenerlo dentro. Era muy extraño, y me sentía incómodo. Lo único que me gustaba era el morbo de saber que mi novia me estaba follando. Lo que eso ...
    ... involucraba. El cambio de roles que generaba. Por primera vez en mi vida, yo estaba a cuatro patas, sintiendo las embestidas de una polla penetrándome, aunque fuera de silicona. Me sentía completamente a merced de Nuria, y me gustaba.
    
    Sin previo aviso, me cogió del pelo, y tiró de él hacia ella, lo cual me obligó a arquear la espalda y acercarme a ella. Yo se lo había hecho a ella en muchas ocasiones, y la verdad es que me sorprendió que fuera tan incómodo y doliera tanto. Aguanté como pude. Siguió con sus embestidas, cada vez más rápidas, hasta que paró en seco y me ordenó que le comiera el coño. Estaba a punto de correrse, y así lo hizo una vez tuvo mi boca en su agujero. Empezó a masturbarse y cogiéndome fuertemente de la nuca, me pegó la cara contra su entrepierna. Todos sus músculos se tensaron y finalmente me dejó libre.
    
    Estaba muy, muy cachondo. Sentía como gotas y gotas de líquido preseminal caían de mi glande, manchando la jaula de castidad. Era verdaderamente duro no poder disfrutar de mi polla. Ya no era tanto poder follarla y sentir sus paredes vaginales. Era el simple hecho de poder tener una erección y tocarme la polla, sentirla viva. Y más aún, era la sensación que se tiene justo después de un orgasmo lo que más echaba de menos. Durante toda la vida, cada interacción sexual había terminado en un orgasmo. Todas y cada una de ellas, de las cientas que había tenido. Y ahora, de forma repentina y continua, esto no era así. Y el no tener esa sensación post-orgasmo, te ...