1. Mi nueva ama no fue generosa conmigo


    Fecha: 17/10/2022, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Gerardjking, Fuente: CuentoRelatos

    Encontré a una nueva mujer en la cual no existen límites en nuestra relación. Ella es mi ama, mi señora, y yo soy su esclavo, su juguete sexual. Se llama Thalía, tiene 26 años, de piel morena, pocas tetas pero mucha nalga. Del rostro es hermosa y su sonrisa es lasciva.
    
    Yo soy suyo en todos los sentidos. Me he quedado a dormir en su casa, en el mismo cuarto donde no hicimos nada, bueno, ella hizo mucho. Ella se desnudó para que yo le tomara varias fotografías en diferentes ángulos, sobre todo de su culo y de su coño depilado. Esas fotos se las envió a varios hombres y me enseñó los calientes mensajes que recibió. Por último la grabé mientras ella se masturbaba.
    
    Ella se durmió en la cama, feliz por el orgasmo que alcanzó gracias a su vibrador. Yo dormí en el suelo como un perro, con el pene bien erecto. Ella me amenazó con que no me tocara, tenía prohibido venirme. La desobedecí, con cuidado y lentitud me masturbé hasta venirme en mi propia mano. Lamí mi propio semen para deshacerme de la evidencia.
    
    Yo ya tenía mis órdenes en la mañana. Quitarme toda mi ropa, ponerme un mandil y hacerle su desayuno. Le estaba preparando unas quesadillas cuando ella entró a la cocina de su departamento.
    
    —Hola, pito chico. —Le gusta decirme así, hablar con la verdad.
    
    —Buenos días, mi señora —le dije sin voltear a mirarla.
    
    —Apresúrate con mi desayuno. —Ella se acercó a mi espalda, acariciando mi piel desnuda, y después me dio una fuerte nalgada.
    
    —Gracias, mi señora. —Mi pene ...
    ... se levantó un poco
    
    Terminé de hacerle su comida y se lo llevé a la mesa junto a su café. Ella estaba esperándome, con una sonrisa de oreja a oreja. Únicamente llevaba unas bragas rosadas, todo lo demás estaba al descubierto: sus piernas, sus muslos, su abdomen, sus axilas, y sus senos.
    
    —¿El café es negro? —me preguntó mientras partía las quesadillas.
    
    —Justo como me lo pidió.
    
    —Cambié de opinión. Lo quiero con leche.
    
    —Pero mi señora, no hay leche en el refrigerador.
    
    —¿No tienes leche aquí? —Metió su mano bajo el mandil y me apretó los huevos. Doblé las piernas por el dolor, me tuve que sostener de la mesa para quedarme en pie—. Saca leche para mí.
    
    —Claro que sí, mi señora. —Liberó mis testículos y prosiguió a comer.
    
    —Pero si no me das mi café con leche antes que termine mi desayuno habrá un castigo, ¿Entendiste, pito chico?
    
    —Claro que sí. —Asentí como perro obediente.
    
    Coloqué mi verga encima del café. Sentía su calor sobre mi piel, sobre mi escroto; eso no ayudaba a mi erección. Intenté mirar las tetas de Thalía pero ella me regañó.
    
    —No me observes mientras te la jalas, cochino —dijo con mucha ironía antes de darme un punta pie.
    
    —Perdóname, mi señora.
    
    Me reincorporé y empecé a jalármela con desesperación. No estaba lo suficientemente cachondo para venirme enseguida, y no tenía nada para estimularme. No sé cuánto tiempo estuve así, pero de la nada ella dejó caer los cubiertos sobre su plato vacío.
    
    —Detente. Mírame a los ojos. ¿Te corriste ...
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