... Me encontré un culo moreno y firme, redondo, amplio. Sabroso a todas luces.
Me arrodillé en el piso y empecé a besárselo. Fue recién cuando ella empezó a hablar. Me dijo “joven no haga eso”, pero el tono de su voz decía claramente “siga, cójame”. Sentía el sudor en sus nalgas, sudor de toda una mañana trabajando en casa. Sentí el deseo de entrar con mi lengua entre sus nalgas y lentamente las separé mientras mi lengua recorría entre ellas. Cuando llegué a su culito, lo encontré cerradito, sin ninguna experiencia, virgen sin dudarlo. Pero ligeramente sucio, oloroso y sabroso, me sentí a mil, disfrutando ese culo sucio en mi lengua y mi boca.
Ella comenzó a gemir y lo estaba disfrutando. Sin pensarlo mucho, la guie hasta mi cuarto. La acosté. Le terminé de sacar el calzón y las zapatillas. No le saqué la falda, solo la puse sobre su vientre. Empecé a explorar su vagina húmeda y con olor a orines con mis labios y mi lengua. Sentirla así, primaria, sucia, pobre y a mi merced, me volvió loco
Mientras disfrutaba su vagina con mis labios empecé a ...
... sentir como se iba humedeciendo, casi hasta correrse en mi boca, me fui desnudando. Cuando estuve listo me subí sobre ella y la penetré violentamente, sentí una vagina muy poco usada, sin demasiada experiencia. Ella solo se dejaba hacer y eso me excitaba más aún, ser yo el hombre experto y ella la damisela inocente era algo muy fuera de mis costumbres habituales.
Llegó muy rápido y seguí y se volvió a calentar mucho, la puse en perrito, con la falda y toda su demás ropa aún puesta. Que placer mirar ese culo moreno y sabroso. Me introduje en su vagina y acariciaba su culito mientras la disfrutaba, ella volvió a llegar y gemía con timidez, como si fuese un pecado hacerlo, con gemidos ahogados y eso me hizo llegar. Como pocas veces, con una marea de semen que la inundó. En ese momento ella vibró con su tercer orgasmo.
Entró en razón. Recogió sus zapatillas, su calzón y se fue. Yo quede tirado exhausto sobre la cama. Con el olor de la doméstica, de su barrio humilde, del transporte público en el que llegaba a casa, de sus sudores sin bañar sobre mi cuerpo.