... de mí, sobre el puf de pana roja, separa las piernas, jala despacio el cordel para extraer la bolas chinas del interior de la vagina.
Me llena los ojos con la belleza de su sexo, aleteando deseo, separa los labios de la vulva para mostrar el rosa nacarado del interior de la conchita, se acaricia los labios, un par de dedos se introducen en la vagina, juegan, los saca húmedos y los chupa, exagera los movimiento, comprende lo que quiere su señor, vuelve a tocarse, a jugar dentro de su cuquita, frotarse el clítoris. El juego digital se intensifica, acelera el movimiento, el placer escénico la conmueve, agitándose, tensiona las piernas, ondula el vientre, el ajetreo de la calentura la hace vibrar como a mimbre, no puede detenerse, la prisa por ofrecer su orgasmo al señor la consume, la febril calentura limita la capacidad de respirar, no ceja en su pasión por brindar la mejor masturbación que tenga memoria.
Agotada la capacidad de reacción, se dejó vencer por los calores de un orgasmo que asciende por su cuerpo, y estalla en sus sienes, cierra los ojos, apertura total de sus piernas, ofreciendo el esplendor de un orgasmo estridente, pasional entregado para ganarse la voluntad de su señor.
Rendida por las vibraciones, sacudida por la emoción y extasiada en la ofrenda, se dejó estar, en silencio, mirándose en mis ojos, esperando ese gesto que glorifique su ofrenda, ganarse la gracia de ser mi putita.
Un gesto de complacencia, la hace sonreír, baja la vista, entiende ...
... el gesto de acercarse, colocarse de rodillas entre mis piernas, soltar la hebilla del cinto, bajar el pantalón, el bóxer, liberar el miembro de su hombre, aprisionarlo entre sus manos, subibaja del prepucio, despacio, vuelve a mirarme sin dejar de pajearme, entiende el lenguaje de las miradas, sabe que es tiempo de lamer el glande, cubrirlo con sus labios, sumergirlo en su boca.
Comenzó a chupármela, mando despacio, volcándose al máximo, lamiendo con intensidad. Mis manos se enredan en sus cabellos, presiono su cabeza, eleve la pelvis, comienza el vaivén de un fogoso sexo por la boca, se fuerza por abarcar cuanto puede del grosor de la carne en plena erección.
Los movimientos se hacen convulsivos, los latidos indican que el proceso de la eyaculación ya está gestándose, me aprieto y empujo, por momentos de atora, no retrocede, entregada en alma y vida en llevarme a una acabada dentro de su boca. El llamado perentorio de la urgente eyaculación, entiende y colabora, elevé la pelvis, ella me abrazó de las nalgas, el rugido del Lobo coronó el intenso chorro de semen, un segundo y un tercero colma su boca de semen caliente.
La cantidad e intensidad del movimiento le impide tragar toda la descarga, necesita tomar aire, en el intento se le escurre algo de la energía blanca, parte recoge con la lengua y el resto con los dedos. Antes de tragarlo, abre su boca, necesita mostrarme la descarga, luego degusta y traga, sonríe y termina de limpiar el miembro. Apoya la cabeza en el ...