1. Me convertí en mi madre (3): JAV (2c)


    Fecha: 17/09/2022, Categorías: Incesto Autor: Gabriel Vera, Fuente: CuentoRelatos

    ... la camiseta. Yo ya no tenía nada encima, el calor me había hecho despojarme de lo poco que tenía encima.
    
    Había aceite corporal en la mesilla de noche, que yo usaba para mis masturbaciones, y ahora lo saqué del cajón, y lo apliqué generosamente en mis tetas y mi pene, o sus tetas y mi pene o mis tetas y su pene, da igual, todo quedaba en familia.
    
    Embadurnados así, comenzamos a besarnos dulcemente, subiendo la pasión con los minutos de frotes y caricias. Nos dimos cuenta de que cada uno podía obtener el mejor placer del otro sin decir palabra. Sabíamos qué era lo que nos gustaba en el otro cuerpo, pero no en el que habitábamos. De modo que las palabras más dulces salían ahora para completar nuestros deseos. A mamá le gustaba que le lamiera por dentro, que chupara su clítoris, a mí me fascinaba que pasara sus senos por mi espalda, y, puesta sobre mí, me besara, mientras yo giraba la cara para recibirla. Todo esto lo hacíamos en el otro, en la otra, y funcionaba, pues el cuerpo tenía memoria del placer o del deseo callado.
    
    Me subí a su cara y me chupó el pene, siempre reanimado, o quizá fue ella quien se subió a mi cara y fui yo quien abría su vagina y lamía su clítoris. Entrábamos y salíamos compartiendo ese día de aventura y deseo, que para ella había sido más esfuerzo que para mí. Sujeté sus nalgas, las abrí, lamí su ano, lo acaricié, apenas metí la punta del dedo, pero noté que deseaba algo más, y me pidió que más, más saliva y más dedo dentro de mi hijo, o quizá fue ...
    ... ella quien me pidió que entrara suavemente en su ano dispuesto, en un secreto que quedó por revelar para otro momento. Después de un sesenta y nueve que nos llevó tan arriba que no veíamos más que los ojos del otro, volvimos a usar el aceite para calmarnos con un masaje, que nos preparó para el final. Entró en mí con una fuerza que no me conocía, con un conocimiento que no tenía, entro hasta el fin de mí y mis pensamientos, yo respondí abriéndome del todo, cerrándome en torno a él, que era yo, desde donde ella había estado antes. Éramos uno o una, dos cuerpos que se aprendían y conocían y no olvidaban. Mi madre me penetró como si lo deseara de toda la vida, y yo la recibí con un enorme suspiro de satisfacción, de gusto que se me escapaba por la boca, y por eso volvía a respirar fuerte, para recuperar ese aliento que se me había ido, y así estuvimos tanto tiempo que no sé cuándo acabamos, eyaculando, corriéndome, húmedos, convertidos en un río sin cuerpo. Así, entrelazados, húmedos, llenos de líquidos por todos lados, nos quedamos dormidos.
    
    ***
    
    Al despertarme me sentía un poco raro, como que no me encontraba bien, como un hormigueo por todo el cuerpo. Me levanté y me vi en el espejo, con aspecto de haber pasado una noche agitada. Menos mal que era sábado. Me rasqué, como todas las mañanas, y volví a mirarme en el espejo. Volví a mirarme en el espejo. Volví por tercera vez a mirarme en el espejo. ¡Era yo! Por lo menos era el yo de hacía dos días. Me miré con atención. El ...