... alga negra, y yo un lomo de lubina con un poco de verduras. De postre Coulant de chocolate y helado de vainilla para mí, don Hugo tan solo un sorbete de limón verde y cactus. Y vino por supuesto. Tanto él como yo, estábamos ya un poco más relajados.
—Bueno mi ángel, aquí estamos. Ya podemos hablar con calma… Y antes de que empieces, de antemano te voy a decir que por nada del mundo voy a aceptar que renuncies a tu trabajo. Yo te necesito, te quiero a mi lado. No me abandones por favor.
—Primero pues, gracias… ¡Por todo! —Pero mire don Hugo, la única condición para quedarme a trabajar con usted, es que dejemos claro, que entre los dos… ¡Nunca!... Jamás va a pasar nada. Quiero que volvamos a ser los de antes. Usted como mi jefe y yo como su asistente personal y todo profesional. Todo de manera estrictamente laboral. Si está de acuerdo, sigo a su lado–. Se lo dije con mi mirada segura y mis palabras totalmente honestas.
—Silvia, pero es que yo… —Usted nada jefe. Entiendo, su situación, créame–. Pero todo se me está saliendo de las manos, estoy con los nervios de punta, mi matrimonio está tambaleándose y no puedo permitir, que yo acabe con lo mío por culpa de nuestras muestras de afecto. Don Hugo… mi esposo nos vio llegar anoche. Y está muy molesto. Voy a contarle a Rodrigo la verdad esta noche y depende de lo que él me diga, de cómo se lo tome, si seguiré o renunciaré.
—Pero si no hemos hecha nada malo Silvia, ¡Por Dios! No ha pasado nada. Tu esposo tiene que ...
... entender, que de vez en cuando debes trabajar hasta tarde, incluso deberías haberte ido de viaje conmigo desde hace mucho tiempo por ser tu mi mano derecha, pero yo respetando tu situación sentimental, no quise apartarte de tus hijos y… bueno de tu esposo. —Sí, señor muchas gracias por eso, –le respondí– pero solo estaría disponible para usted de manera estrictamente laboral, nada de lo sentimental. Creo don Hugo, que me excedí en cuidarlo.
—Silvia, está bien. Procuraré no interferir en tu matrimonio, pero no me abandones. Prometo intentar apartarte de mi mente, aguantarme las ganas de abrazarte y de mimarte. Silvia lo del viernes pasado, fue para mí un descubrimiento y todo gracias a ti. Te besé a la fuerza, lo sé, pero luego tú correspondiste a ese beso y sentí Silvia, después de tantas angustias y dolor, sentí que yo podía también reconstruirme. Sé que te gusto ¡Sí! Y no me mires así, porque yo lo presiento. Tenerte recostada sobre mi escritorio, besándote y sintiendo tú… —levanté mi mano y me acomodé de manera que quedaría más cerca de él, para hablarle en voz baja.
—Jefe, esos besos no quieren decir nada, solo fue un momento erróneo, usted estaba afectado por lo de su esposa y yo cedí, por… Pues porque hace años nadie aparte de mi esposo me besaba, de esa manera, con el deseo que usted lo hizo. —Y gustarme como hombre pues si, no se lo niego, pero es como tantos otros, como decirle que me gusta Brad Pitt o Mickey Rourke, o aquel tipo, mire. El que está sentado cerca de la ...