... sobre su cara, los demás botaron sus condones y se auto estimulaban hasta tener su turno. Los chorros atravesaban su rostro. Frente, mejillas, labios, párpados. Y lo que escurría sobre sus tetas hasta sus pies. A pesar de parecer que no, Claudia lo disfrutaba. Le había agarrado el gusto a él sexo, le ardía su panochita, le dolía la quijada y aun así quería sentir más semen en su cara. De pronto sintió como todos se iban.
—Yo me voy viejo
—Creo que yo también.
Cuando Claudia logró limpiar sus párpados y abrir un poco sus ojos, vio a su amiga Abril frente a ella. Boquiabierta y furiosa. Su papá aún con la verga de fuera, trataba de explicarle.
Mientras Abril ayudaba a Claudia limpiarse todo ese semen de la cara, le platicó que él era un cabrón. Que una vez la apostó en un partido de fútbol y ella tuvo que tener sexo con un tipo asqueroso. Obviamente le dio tanto dinero para que ella aceptara y no le dijera a su madre.
—Cuando te vi con un nuevo teléfono, sospeche de él.
—Perdón… Claudia estaba avergonzada. Se fueron sin dirigirle la palabra a Manuel.
—Ándale vamos, te llevo a tu casa. Ya pedí un taxi.
—Gracias… yo no quería… pero mis papás me matarían…
—Ya tranquila.
Pasó una semana, Claudia le mando mensaje a Manuel.
—Hola, todavía te debo dos mil.
—¡¿Cuándo me pagas?! —Manuel rogaba porque su hija no le dijera a su madre o peor aún a los padres de Claudia. Pero pensaba que siempre obtenía lo que quería.
—Voy al rato, pero tú ...
... solo...
—Si mamita, acá te espero.
Claudia llegó, la rechifla de sus trabajadores era la señal. Entró y lo saludo de beso. Le pidió que se sentara, que pagaría su deuda. Pero necesitaba hacerlo a su manera.
—¿Y cómo es eso? —preguntó con risa sádica.
—Siéntate, déjame a mi lo demás —le sujetó las manos por detrás del respaldo de la silla, se aseguró de que el nudo fuera fuerte. Luego amarró sus pies a las patas de la silla.
—¡Mírala quien te viera con esa carita de ángel! —ahora ella sonreía, detrás suyo apareció Abril.
—Hola papito, yo le voy a cooperar a Claudia —Llevaba un vestido corto floreado que apenas y le cubría las nalgas.
Abril era más bajita, pero con piernas y cara bonita. Aunque era el mismo demonio. Su cara dulce, su cuerpo bonito y sus facciones finas engañarían a cualquiera.
—¡Que chingados haces aquí! —aunque se quería mover, no podía más que agitarse en su lugar.
—Ya te dije, cooperando. ¡Hey, vengan acá! —Les gritó a los trabajadores que veían boquiabiertos aquellos dos bombones.
—¡Abril… no!
—Y son cuatro, mira. Justo lo que se necesita para saldar la deuda.
En cuanto el primero de sus trabajadores le tocó el culo a su hija, Manuel estalló. Gritando como loco.
—¡SI LA TOCAS TE MATO CABRÓN! —Los cuatro dieron un paso atrás, pero Abril los jaló, justo frente a su padre. Luego se quitó el vestido, se arrodilló y amarró su cabello. Enseguida ellos sacaron sus vergas. No perderían esa oportunidad única.
—Perdón jefe, pero…
—¡Te ...