1. Esta vida tan hermosa


    Fecha: 12/06/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... que se había entregado. Casi tres horas después, regresé. Mi vida había cambiado sin vuelta en ese lapso de tiempo y ahora comenzaba a vivir sin arrepentimientos un mundo pleno de placeres desconocidos, estremecedores, pero fascinantes que no me han abandonado hasta este minuto.
    
    Me quedé una vez más frente a la puerta sin saber qué hacer. Ningún ruido venía ahora desde el interior. Finalmente abrí y con pasos tímidos ingresé a la sala ahora en penumbras. Me dirigí entonces al dormitorio que se veía con luz donde encontré a Celia, sola y todavía desnuda, tendida boca abajo leyendo tranquilamente una revista. Su actitud, llena de ternura y naturalidad, terminó por sellar para siempre mi nueva vida mostrándome como sería desde ahí en adelante.
    
    -Mi niño -me dijo enderezándose y viniendo a mi encuentro- Me tenías muy preocupada. Te dije sólo dos horas. Lo que pasa es que Miguel no quería tu presencia para poder follarme a su antojo, por eso tuve que pedirte que te fueras. Pero no tenías que demorarte tanto.
    
    La ternura de sus ojos y su preocupación eran auténticas como si nunca nada extraordinario hubiera ocurrido entre nosotros.
    
    -Tengo una sed horrible -añadió una vez que me colmó con las mismas caricias de siempre y con la misma mirada de cariño, tomando una de las botellas que yo traía en mis manos al tiempo que se dirigía a la sala- Miguel debe estar igual. Voy a dejarle una de estas botellas. Si me demoro acuéstate, mi niño.
    
    Cruzó desnuda la callejuela y tocó ...
    ... la puerta de la cabaña que estaba frente a la nuestra. Salió Miguel a abrirle y durante largos minutos se quedaron en el porche antes de desaparecer en el interior besándose con pasión, mientras él le acariciaba las nalgas e introducía su mano entre las piernas de Celia.
    
    Una hora después la sentí llegar. Me paré a recibirla y su actitud volvió a ser cálida y tierna como cuando regresé yo la primera vez. Entonces un grueso goterón de semen se desprendió de su vagina y le corrió por los muslos.
    
    -Préstame tu pañuelo -me dijo sonriendo- Tengo semen hasta en el pelo porque en un momento en que estaba acabando en mi boca, Miguel me lo sacó y terminó chorreándome la cara.
    
    Ni una palabra más. El resto del día siguiente transcurrió como cualquiera de los días desde que nos conocimos, ella alegre y dulce como siempre, con el mismo ardor en la cama, aunque mi frenesí al poseerla había aumentado a límites increíbles. Sentía su vagina desmesuradamente abierta, inundada de semen ajeno, pero eso sólo acrecentaba mi lujuria imaginando las escenas vividas por ella en esa pieza y en esa cama que hasta pocas horas antes fuera el sitio sagrado de nuestro matrimonio. No le hice, sin embargo, ningún comentario del episodio, viviendo en silencio esa sensación fascinante que me sigue hasta hoy de no tener voluntad ni fuerzas para enfrentar la nueva situación, esa realidad que sumió mi vida en una mezcla de voluptuosidad e impotencia contemplativa. A la noche siguiente llegada cierta hora, ...
«12...456...17»