Mi nombre es Sara y soy de una ciudad cerca de Barcelona,Cataluña. Cuando tenía 17 años y estaba en el penúltimo curso en la secundaria, empecé a darme cuenta de que realmente siempre me había sentido atraída por las mujeres y aunque no dije nada a nadie aparte de mi amiga Carla que era la mejor amiga que había tenido desde primaria.
Para describirnos un poco, yo soy Rubia de tez blanca, con los pechos muy desarrollados desde que era muy pequeña y a los 17 años los tenía bastante más grandes que el resto de las chicas de mi clase. En cambio Carla es morena, más bien castaña, de la misma altura que yo, muy flexible, con un buen culo, algo agresiva pero muy sensual. Ella y yo éramos íntimas amigas desde pequeñas y en lo referente a los sexual, hemos compartido siempre nuestros secretos, como cuando tuve mi primera vez con un chico moro de mi clase que había estado dos años persiguiendo diciendo que estaba enamorado de mi. Y parecía estarlo la verdad.
Un día lluvioso de marzo, estando tonteando con el en su casa, acabamos desnudos y follando en el mismo portal de su casa. Recuerdo todo perfectamente, yo le acompañe hasta casa y nos besamos para despedirnos. Entonces noté como se le aceleraba el pulso y la polla se le ponía como una roca, los dos estábamos demasiado cachondos para pensar en ninguna consecuencia ni que nos pudieran pillar. Nos empezamos a besar más apasionadamente y nos desnudamos rápidamente. Ahora que pienso en ello me parece un milagro que nadie ...
... entrara o saliera del portal o tan solo pasara delante de él. Nos habría visto totalmente desnudos en un intento desesperado de calmar nuestro deseo. Moha me quitó las zapatillas, los pantalones y la camiseta con el sujetador y mis tetas quedaron al aire para que cualquiera pudiera verlas. Así que me quedé con sólo un tanga y unos calcetines de dibujos que mi madre me había comprado. El hacia rato que estaba totalmente ido, me lamia las tetas como si fueran las primeras que hubiera visto. Y seguramente era las primeras de ese tamaño. Me lamia las tetas y con la otra mano me puso las manos encima de mi cabeza y me dijo que las aguantara así. Después me cogió de cintura y siguió devorando mis pechos, esta vez con la otra mano me bajó mi mini tanga y me empezó a frotar el coño. Ahí es cuando desconecté de verdad. Yo nunca tuve intención de hacer nada con él. Hasta me parece que disfrutaba que me persiguiera a todas partes como un perrito. Pero me daba un morbo infinito que me tuviera allí a su merced y a merced de cualquier moro que entrara en el portal en ese momento.
Notaba el olor desagradable que solía caracterizarle, una mezcla de sudor y como el hecho de que al parecer en su casa la ducha era considerada un pecado. Mientras yo seguía gozando de estar totalmente desnuda pero cada ruido que oía me ponía tensa y miraba mi ropa desperdigada en ese sucio portal. No me importaba como pero quería estar así mucho rato. Y quería sentirme observada, y como después supe, así era en ...