... lamo... Me hace lamerle los sobacos y el culo... Yo no me atrevo a desobedecerle y me entrego sumisa a sus órdenes.
Más o menos como primera noche que pasó en nuestra casa, ellas se duchan, me vuelven a poner las malditas esposas y ésta vez, Laly tiene el capricho de vendarme los ojos... Vuelvo a estar arrodillada mientras ellas disfrutan de sus fantasías eróticas, el tiempo se me hacía interminable, pues no veía nada, era una situación nueva para mí y no me era agradable.
Por fin, ellas terminan y oigo a Laly cerca de mi, sigo con los ojos tapados y Laly me ordena abrir la boca... Esta vez si la obedezco, abro la boca, me introduce sus dedos... se los lamo, se los chupo. Laly me dice: “Hoy si te gustan mis dedos... Perra, que eres una perra salida...”. Yo no me atrevo a decirle nada, sigo lamiendo sus dedos... De repente ella, me quita la venda de los ojos, me lleva al borde de la cama y de rodillas, con las manos esposadas, me ordena lamer su pipa, hasta correrse en mi boca. Queda satisfecha. Me quita las esposas, yo me arrodillo a sus pies, se los beso para darle las gracias y Sandra me ordena irme a mi cuarto a dormir. Yo me retiro a mi otra habitación, me ...
... aseo en el otro baño, me pongo mi pijama, entre tanto ellas también se duchan y se preparan para dormir... Y cuando me estoy metiendo en la cama, viene Sandra y me dice que vaya a ver a Laly, que quiere decirme algo... Yo ya con el pijama voy al cuarto de Sandra, Laly estaba sentada en la cama esperándome. Yo me arrodillo ante ella y le pregunto:
-¿Qué desea Señorita Laly?
-Tengo un capricho...
-¿Usted me dirá?
-Quiero que esta noche, la pases aquí, con nosotras... Dónde estás ahora. Así arrodillada.
-¿Pero toda la noche así, de rodillas?
-Sí -contesta Laly. No es un castigo... Es un deseo mío, un capricho. Nunca he tenido a nadie de rodillas velando mi sueño, y hoy quiero darte a ti, ese privilegio.
-Si es su capricho, lo aceptaré lógicamente, señorita Laly.
Serían las 3 de la madrugada y hasta las 9 y media que se levantaron, estuve de rodillas a los pies de la cama, velando el sueño de mi Ama Sandra y el de su amiga Laly. Por supuesto no podía dormirme en ningún momento, eso fue quizás lo más duro, pues el silencio de la noche invitaba a dormir, pero aguante y vi que Laly se despertó dos veces, las dos veces me sonrió y volvió a dormirse.