Caballero de la lujuria
Fecha: 28/06/2022,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Legasex, Fuente: CuentoRelatos
... centímetro de su piel, dando placer lenta y suavemente, llenándola de sensaciones poco a poco, haciéndola jadear, haciéndola suspirar profundamente. Llenando poco a poco de deseo irrefrenable toda la habitación.
Tranquilo y seguro de ser el dueño de la situación, sin darse cuenta, las sensaciones le inundaban y se dejaba llevar. Sintió el regocijo inmenso cuando ella lo montaba y cabalgaba sobre él, acariciando su pecho, dominándolo con sus caderas, haciéndole moverse a su anhelo, manejando su cuerpo con pericia; pero ella siempre dejando que él pensara al revés: que era él el que la manejaba la situación.
Al penetrarla y oír cambiar el ritmo de sus suspiros, le subió aún más la tensión. Notando el latido acelerado de los corazones, y todas sus sensaciones. El contacto húmedo y cálido era recíproco. Sus caricias internas, naturales, arrolladoras. Sucumbía ante la explosión de estímulos, perdió el control, y parecía que iba a eyacular con desenfreno. Pero no pudo eyacular ni un poquito, porque ella, por dentro, sabía estrangular el miembro de él sin mover las manos ni las piernas. Fascinante habilidad, ya la conocía, y le gustaba. Después ella, sin perder el control, siguió cabalgando sobre él; sin perder el control, pero vibrando con fuerza, gimiendo, gritando, arañando. La locura.
Sin detenerse, al rato, él sucumbía de nuevo ante los estímulos, perdía el control, queriendo segregar su líquido otra vez, desenfrenadamente. Y de nuevo no vaciaba ni un poquito, porque ...
... ella volvía a estrangularlo por dentro. Y así, con su secreta habilidad, iba cortando sus eyaculaciones, permitiéndole casi alcanzar el orgasmo, pero sin dejarle llegar, dominándolo con su cuerpo, manejando el de él a su antojo, haciéndole perder la razón con sus encantos y sus delicias... Así durante lo que parecieron horas, dándole placer, dejándole abandonarse a su delirio, dejándole liberarse de todas sus tensiones, dándole confianza.
A la cuarta sensación en la que iba a salir todo su líquido esencial, él se sentía agotado. No esperaba ya nada peligroso de ella, sucumbiendo una vez más ante la deliciosa suavidad de su piel, ante su anatomía prodigiosa. Ella sabía perfectamente que él estaba tranquilo, y sabía que era el momento de empezar con su plan.
Él estaba tumbado sobre ella en la cama, jadeando. Ella lo acogía entre sus piernas, acariciando con sus muslos los costados de él, pellizcando su pecho con las manos. Mientras lo deleitaba, su brazo se alargó sigilosamente, alcanzando un objeto casi invisible pegado por detrás al cabecero de la cama. Con una mano lo acariciaba, a modo de distracción. La otra mano portaba un pequeño cuchillo. Él no sospechaba ya nada, no sospechaba que los pellizcos sensuales que recibía en el cuello tenían un fin muy concreto. Ella lo hacía enloquecer con estos pellizcos, conocía sus zonas erógenas a la perfección, y era capaz de doblegar la voluntad de cualquier hombre entre sus caderas.
Era el momento de conducirlo al orgasmo. ...