Lesbiadas
Fecha: 18/06/2022,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Lib99, Fuente: CuentoRelatos
... momento me habría resultado indiferente que un incendio se hubiese propagado por toda la cocina; ni me habría percatado. Solo tenía ojos para ellas; y oídos; y piel; y sexo… Ansiosas, desbocadas, insaciables, se follaban la una a la otra como si no hubiera un mañana; como si fuera su último y descomunal polvo.
Tal era la naturalidad y el desparpajo con que se magreaban, ajenas en apariencia a mi ansiosa presencia –esta vez sin necesidad de apostarme tras una puerta entreabierta–, que por un instante imaginé, fabulé, deseé que su desprejuicio fuera, ¡oh dioses!, una invitación a que participara de aquella demostración de libido desatada.
¡Al fin!, gritaba una voz en el interior de mi cabeza, ¡un trío! El deseo, el sueño que me había ilusionado y, al tiempo, devorado desde que Estíbaliz y Araceli me aceptaran como compañero de piso. ¿Y quién no lo hubiera hecho? Cuántas veces, tanto en las ocasiones en que las había espiado como en las que solo podía imaginar lo que hacían a puerta cerrada, en cuántas ocasiones había soñado despierto con la idea de que me invitaran a participar en sus interminables maratones sexuales. Evocaba como sus miradas y sus delicadas manos, volátiles como pequeñas y coquetas aves, me atraían hacia ellas como hicieran las sirenas con Ulises, aunque yo no tenían intención alguna, llegado el momento, de atarme a ningún mástil para “salvarme” de ser devorado por ellas.
Fantaseaba con que me acogían entre sus brazos y permitían que mi temblorosa y ...
... emocionada piel rozara con las suyas, cálidas y vibrantes. Mis manos, tímidas y aún dubitativas, se deslizaban por el arco de sus espaldas siguiendo el surco de sus columnas vertebrales hasta desembocar en la profunda hendidura que formaban sus firmes y jugosas nalgas. Exploraba su cálido interior, un estrecho y húmedo valle hasta alcanzar sus granulados anillos, para introducir en ellos las yemas de mis dedos y estimular los estrechos orificios, arrancando de ambas gemidos similares a maullidos de gatas en celo.
Al tiempo, las manos de ellas se alternaban entre las familiares caricias sobre sus cuerpos íntimamente conocidos en múltiples sesiones amatorias, en sucesivas e interminables folladas, y la exploración de mi paisaje anatómico, novedoso, desconocido para ellas. Recorrían mi torso, mis hombros, mi espalda; se deslizaban sobre mi abdomen, mi rizado pubis, mis estrechos glúteos –tensos como rocas por la excitación–; confluían en mi polla, dura y feliz por la promesa de la catarata de sensaciones y placeres que desencadenarían los jóvenes pero experimentados cuerpos de ambas chicas: con sus curvas, recovecos y orificios, con los dedos de sus manos, de sus pies, con sus labios, sus lenguas, sus dientes… Habría de realizar un sobrehumano esfuerzo de concentración para contener un explosivo e involuntario orgasmo cuando una y la otra se alternaran para pajearme sin piedad.
A continuación, cual dos sumisas sacerdotisas postrándose ante una lúbrica deidad para presentar ...