... las manos a las tetas y magreándoselas me dijo:
-¿De verdad que no quieres saber que más me hiciste en mi sueño?
Claro que lo quería saber, pero si le digo que sí descubriría lo puta que soy. Tenía que disimular un poco más, aunque mandándole un mensaje para que no desistiese en el empeño de follar conmigo. Quitándole las manos de las tetas, le dije:
-No, podría despertarse Ester.
Mis palabras le dieron alas, pues entendiera el mensaje, entendiera que si no estuviese mi hija en casa nos daríamos el lote. Se puso a mi lado derecho, se quitó la camiseta y el short y desnuda y tocándose el coño, me dijo:
-Tenía que acabar soñando contigo, era inevitable.
Mirando cómo los dedos de Carolina se frotaban en el coño, le pregunté:
-¿Por qué lo dices?
-Porque cuando crees que no te veo me miras para las tetas, para el chichi y para el culo.
Era verdad, lo hacía, y cantidad de veces me había masturbado pensando que la devoraba. No creas que es porque soy una cerda, Quique, me masturbaba porque mi marido me folla una vez a la semana, y hay semanas que ni eso, pero volviendo a lo de antes, le dije:
-Esas son figuraciones tuyas.
Carolina ya no se chupaba el dedo, me dijo:
-No lo son. Aún la semana pasada después de mirarme para el culo estuviste más tiempo del debido en el aseo.
-¿Te crees que me calentaste al verte pasear en bragas por la casa?
-Sí, lo creo, y ahora estoy segura de que te masturbaste en el aseo, de lo contrario no recordarías lo ...
... de las bragas.
Ese día me hiciera un dedo... Al final me había imaginado que se corría en mi boca y en ese momento me corrí cómo una cerda, pero no le iba a dar la razón, claro, le dije:
-Tienes una imaginación muy calenturienta.
Carolina siguió a lo suyo.
-¿Ya lo hiciste con otra mujer?
-No, yo soy...
Carolina acabó la frase.
-Una mujer decente. Todas lo somos decentes hasta que nos aprietan las ganas, cuando eso pasa y nos pica el chichi, se acabó la decencia.
-Habla por ti.
Carolina me cogió la mano derecha para llevársela al coño, pero no le dejé.
-Estate quieta, traviesa.
La zorrita me suplicó:
-Anda, sé buena, mastúrbame.
Volvió a intentarlo, pero no le dejé ir la mano, le dije:
-No lo voy a hacer.
Siguió erre que erre y en el tira y afloja acabé dejando que llevara mi mano a su coño. Agarrándola con la suya me frotó los dedos en él. Mi coño se encharcó aún más al encontrarse mis dedos con algo tan jugoso y resbaladizo. Luego me quiso besar, conteniéndome le hice la cobra, y le dije:
-Para, desvergonzada.
Carolina me giró la cabeza con su mano izquierda, me puso una teta en los labios, me estiró el dedo medio y de un golpe lo clavó en su coño. Gimió, cerró los ojos, y dijo:
-Esto no puede ser realidad. Sigo soñando.
Mirando para arriba vi su dulce cara de placer. Ya no me iba a hacer más la decente, le dije:
-Joder cómo me has puesto, zorrilla.
-¿Mojada?
-Empapada.
Giró la silla, se puso en cuclillas, ...