1. Un día en mi castillo


    Fecha: 06/04/2022, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Legasex, Fuente: CuentoRelatos

    Estimado lectores y lectoras todos necesitamos un lugar, un castillo donde sentirnos amos y señores, un lugar donde cerrar los ojos, mirar en nuestro interior y finalmente escoger si queremos subir a la atalaya más alta o bajar a la mazmorra. Olvidemos los roles, olvidemos a los dueños y también a las sumisas, ahora de lo que estamos hablando es de descubrir que es lo que necesitamos realmente. Todos sabemos que tenemos algo pendiente, pero no sabemos que es. Solo sabemos que nos quema el alma, tan solo eso. Duele ¿verdad?
    
    Mi castillo está aquí. Si quieres gritar, yo te haré gritar. Si te asusta el dolor, no sentirás dolor. No es necesario nada que no quieras que suceda porque en mi mente lo importante es saber dónde quieres llegar, no hacerlo. Podrás estar arrodillada sin hacer nada, podrás después irte sin que nadie te lo impida, pero ese acto te demostrará si en realidad quieres entrar al castillo o todo forma parte de una fantasía que te impide dormir por las noches. El único enemigo eres tú misma, aquí nadie corre peligro. Pero eso ya lo sabias.
    
    No importa si eres joven o mayor, alta o baja, delgada o gorda, morena o rubia. En mi castillo eso no importa, es de noche y no hay antorchas. Cuando entres al castillo todo estará a oscuras, cuando te vayas no habrás visto nada y nadie te habrá visto. Ese es el secreto del castillo. Tu identidad, tu vergüenza y tu cobardía están a salvo. No importa lo que suceda porque tan solo sucederá lo que desees.
    
    Hace mucho ...
    ... tiempo tú viniste al castillo, desconocía como eres o qué edad tienes, solo sabía tu nombre y a que te dedicabas. Nunca podría reconocerte por la calle. Apenas escuché un susurro de tu voz. Tengo trozos de ti, trozos tan pequeños que nunca podría construir un rompecabezas, aunque fuese el mejor jugador del mundo.
    
    Supe de ti a través de un comunicado que me enviaste, en el decías que querías abrir las puertas y entrar en mi castillo. Te di mi dirección y te dije que vinieses un día. Así de rápido ha de suceder, sin darte tiempo a pensarlo más. Si me has escrito un correo debo entender que es lo que deseas. No tenemos edad para juegos.
    
    Ese mismo día y a las doce en punto llamaste a mi puerta, yo te abrí. Todo estaba en penumbra, aunque percibí un agradable olor a perfume. Puse mi mano en tu hombro y te dirigí hacia mi comedor procurando que no tropezases con nada. Yo conozco mi castillo aun en la oscuridad. Olías a rosas y tu estatura era mediana, no sabía más.
    
    En el comedor me senté en el sofá y te dejé en medio del salón, en penumbra. De pie. Sin más referencia que unas sombras –nosotros mismos- que la tenue luz del ventanal dibujaba contra la pared. Te escuchaba respirar con dificultad. Después un solo susurro.
    
    -No sé porque diablos estoy haciendo esto –dijiste en voz casi imperceptible.
    
    Yo conseguí escucharte y descifrar tu angustia. Mis sentidos se agudizan en la oscuridad de mi castillo. Tu anonimato se pierde mínimamente gracias a mis sentidos educados para ...
«123»