1. El Amo humilla y tortura a esta esclava


    Fecha: 04/04/2022, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... el suelo, ya que una perra no tiene permiso para usar el baño. Tenía tantas ganas de hacer pis que no me costó hacerlo aun con las bragas apretándome en la zona. El pis hizo que me escocieran las heridas que me había hecho al metérmelas en seco, empapé las bragas y éstas se fueron resbalando fuera de mi coño. Intenté volver a meterlas, pero me fue imposible por mucho que lo intenté entre gemidos y lloros.
    
    Fui al salón, al Amo no le pareció mal que las bragas se hubieran salido y me ordenó que me las pusiera. Estaban frías y mojadas por el pis, también me puse los tacones nuevos, dolorosos como ninguno y difíciles para andar, al Amo le encantaron.
    
    Me hizo ponerme las muñequeras y tobilleras, una máscara de cuero con la boca cerrada por una cremallera y me mandó tumbarme en el suelo a sus pies encima de un lecho de chinchetas que se clavaron en mis tetas. Ató mis muñecas y tobillos a mi espalda y me puso la pica eléctrica en el coño agarrada por las bragas.
    
    Enseguida noté que me asfixiaba. La máscara, el estómago lleno por acabar de comer y las manos a la espalda además de estar tumbada sobre la tripa hacían que me costara respirar, pero todo empeoró cuando el Amo apoyó sus pies en mi espalda.
    
    Las chinchetas se me hundían en la carne, por las tetas, el esternón y también por los hombros. Con el peso de sus pies me entraba todavía menos aire en los pulmones y tuve que respirar deprisa para conseguir oxígeno.
    
    El Amo miraba tranquilo la televisión y de vez en ...
    ... cuando pulsaba el mando de la pica para electrocutarme el coño. Los calambrazos hacían que se me contrajera el cuerpo, así se me clavaban más las chinchetas y la respiración se me entrecortaba.
    
    Según dónde apoyaba sus pies podía respirar mejor, sobre todo con su pie en mi cabeza, eso me relajaba, me abría un poco la máscara y entraba algo de aire fresco, pero no duraba mucho y pronto ponía sus pies a la altura de mis tetas, no solo apoyando su peso, sino apretando más y rasgando mi piel con las suelas de sus zapatos.
    
    Poco a poco mi coño se fue acostumbrando a la electricidad, pero entonces noté algo diferente, como un pinchazo en una nalga. No reaccioné hasta que de nuevo sentí ese “pinchazo”, pero esta vez me arrancó un grito. No era un pinchazo, era un cigarro quemándome el culo. Y cuánto más tiempo lo dejaba contra mi piel, más dolor sentía. Lo posó contra mi piel varias veces, algunas solo eran golpecitos cortos, otras eran diferentes, como si me diera muchas veces en la misma zona, pero creo que lo que hacía era pasarlo rozando mi piel, tal vez dibujando su J, al menos eso imaginé mientras sentía el calor recorriendo mi cuerpo.
    
    Cambió de posición la pica eléctrica, la puso en las mucosas directamente contra el clítoris. Las descargas fueron mucho más fuertes ahí y la asfixia se hizo todavía más dura. Rogué que me soltara, no podía con la asfixia, pero no me soltó, siguió electrocutándome y aplastándome contra las chinchetas un buen rato.
    
    Me llegó un escalofrío por ...