1. Descubriendo mi debilidad


    Fecha: 27/03/2022, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ensueño a notar que desciendes lentamente. Tu lengua juega con mi sexo, al principio son solo leves toques, que al poco tiempo se va convirtiendo en una felación increíble.
    
    Siento, siento, siento. Todo en mi es sentir.
    
    Sigues tu faena con una lentitud exasperante. Quisiera abrazarte, quisiera decirte, pero no puedo. Desearía que te penetraras, lentamente, dejándome sentir cada tenue relieve, cada fina sensación, que solo tu vagina pede regalarme. ¿Me lees el pensamiento? Noto todos tus movimientos, el calor de tu mano, que toma mi sexo, apuntando al tuyo. El primer contacto, lo recuerdo nítido, fue como un orgasmo sin eyacular. Tardas siglos en llegar al tope, y te quedas quieta.
    
    Me liberas de todas mis ataduras, menos de la venda. Empiezas un suave vaivén, que de a poco gana terreno, sacándome casi por completo de ti, para volver a penetrarte hasta el fondo. Ahora puedo oír tu respiración entrecortada, mis manos solas, sin órdenes buscan tus pechos, y los acarician. Mi boca, sin saber como, besa tus pezones, mi lengua los recorre.
    
    Sigues con tu ritmo, y de a poco, solo aceleras las penetraciones, manteniendo tus elevaciones, a ritmo constante. Te noto correrte una, dos, tres veces. El vibrar de tu cuerpo y las contracciones de tu vagina, no pueden engañarme. Yo también estoy a punto de estallar, mis manos toman tu cintura, inmovilizándote bien clavada en mi, al momento de mi primera eyaculación. El placer del orgasmo recorre mi cuerpo como una veloz descarga ...
    ... eléctrica, y moviendo yo mi cadera, logro dejar múltiples andanadas de semen dentro de ti.
    
    Caigo desmadejado sobre mi espalda. Pareciera que hubieras absorbiendo hasta la última gota de mi fuerza. Cuando mi pene va perdiendo rigidés, te desmontas y lo limpias con suma delicadeza. Siento que abandonas el lecho y un aroma conocido inunda la estancia. Perezosamente giro mi cuerpo, dándote la espalda. Hablo por primera vez, ordenándote que retires la venda.
    
    Escucho el frotar de tus manos, presagio de la caricia que se aproxima. Comienzas por los pies, presionando los lugares exactos, complaciéndome las juntas de mis dedos. Delicada, pero efectivamente masajeas todo el cuerpo, hasta el cuello, dejándome una sensación de relax única. Giro de nuevo, y ahora es la parte frontal de mí ser la que recibe tan gratas caricias. Abro los ojos, y fijo mi vista en ti. Tú también me observas, buscando en mi rostro un gesto mío, el cual recibes en forma de sonrisa. También sonríes, y escapas a mi mirada para concentrarte en mi masaje.
    
    Cuando terminas, se sientas en el piso, sobre tus talones, las piernas bien abiertas, las manos sobre tus rodillas, la cabeza gacha, en posición sumisa. Quiero prolongar la languidez del relax alcanzado. Me tardo todo el tiempo para sentarme en la cama, apoyar mis pies en el piso.
    
    Estoy en una paradoja, sabes y sé que has hecho todo esto por tu cuenta, y que no puedo permitírtelo, mereces y serás castigada. Pero ambos sabemos que lo que has hecho, ha sido ...