1. El Domador domado


    Fecha: 17/03/2022, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... mucho que haya sobrevivido sin amo.
    
    Salí al pasillo y vi como la zorra se levantaba a duras penas y lamia el suelo que había manchado. Sonreí y me acerqué a ella. Después de dejar el suelo como una patena, y con el tacón de la bota todavía en su culo, la lleve a la habitación de despedida Allí le solté el discurso de abandono mientras ella no dejaba de llorar. Habían sido dos meses muy concentrados.
    
    Dejé que se duchara y, a la salida, se puso la ropa nueva que les regalaba a todas para su nueva vida: una falda blanca cortísima y elástica y un top blanco abierto por detrás que mostraba los aros de su ombligo y resaltaba las argollas de sus pezones. Las medias negras completaban su atuendo y conjuntaban con sus zapatos de tacón de aguja. Le di algo de dinero para que fuera tirando algunos meses y la dejé marchar en un taxi, no sin que antes me hiciera una última mamada de despedida sin derramar ni una sola gota de mi semen, acción que habían aprendido todas en sus primeros días de doma y que, según había podido comprobar con la experiencia, era algo que les creaba adicción.
    
    “Ahí va otra bomba sexual”, pensé cuando vi otro taxi acercarse a mi casa, en el que se montó para desaparecer de mi vista y de mi vida.
    
    Cerré la puerta, pero llamaron con fuertes golpes. Miré el reloj. Esperaba que no fuera ninguna de mis putitas de vuelta. Era muy desagradable volver a explicarles que a mi casa no podían volver, que no podían quedarse más. Dudé unos instantes, tras los que abrí ...
    ... la puerta y la vi...
    
    Cristina.
    
    Mi mejor puta, mi mayor creación, estaba allí en la puerta, ante mis ojos, aunque tan cambiada que me costó reconocerla. Estaba bellísima. Sobre un cuerpo que recordaba más grueso vestía un abrigo largo vaquero bastante ajustado. Presentaba una figura magnifica, mientras que su cara, alargada y perfectamente maquillada, me impactó. Tenía estilo, algo que ninguna de las otras diecinueve conseguiría jamás. Así que aquella zorra había logrado sobrevivir ahí fuera…
    
    - Lárgate de aquí, puta. Ya sabes que no puedes volver.
    
    Era su amo y nunca dejaría de serlo
    
    Empujé la puerta para cerrarla, pero ella metió su bota negra de plataforma y lo impidió, empujándola hacia mí. Tras ello entró en la casa sonriendo, dirigiéndose hacia salón en el que se encendió un cigarrillo, cosa que estaba totalmente prohibida en mi casa, ya que odiaba el olor agrio que dejaba. Me acerqué para darle una bofetada, pero al bajar la mano con fuerza ella me la cogió con la mano que tenía libre, luxándome la muñeca y haciendo que me viese obligado a agacharme para que no me la rompiese. Me dolía muchísimo, y del dolor caí al suelo, aunque ella no me soltaba. Me retorcí de dolor y grité. Por fin soltó mi mano y se acercó a mí.
    
    - Hola... amo…
    
    Su voz sonó sarcástica, sobre todo lo de Amo. Me puse nervioso y me levanté corriendo hacia un armario donde guardaba un bate. Lo cogí y la amenacé.
    
    - Sal de mi casa. Lo pasado, pasado está, ¿me entiendes? Yo no hice más ...